Los incentivos laborales ayudan a reforzar el compromiso e incrementan la productividad. Apuesta por ellos.
Un buen trabajo merece ser recompensado. Si bien se contrata al personal esperando que su rendimiento sea el mejor, no está de más apostar por un incentivo, ya que estos aumentan la productividad. Los empleados harán su mejor esfuerzo por merecerlos.
Es necesario programar los incentivos si quieres reducir la sensación de favoritismo. Los celos y la envidia pueden ser muy perjudiciales para una organización y, de seguro, surgirán si los empleados son recompensados en forma desigual. Al desarrollar un programa de incentivos asegúrate de ser equitativo, justo y proporcional.
¿Qué tipo de incentivos puedes ofrecer?:
- El pago de una suma fija.
- Ascensos (con un incremento en el salario).
- Aumentos (con o sin ascenso).
- Gratificación por méritos
- Pago de bonificaciones (por desempeño, asistencia u otra acción).
- Participación en las ganancias (incluyendo la opción de comprar acciones a precio diferencial).
- Pago indirecto (por ejemplo, cupones de regalos).
- Días extras de vacaciones.
- Contratos como personal pagado (para voluntarios)
- Reembolsos por gastos de instrucción, formación u otros gastos educativos.
- Horario flexible: permitir a los empleados elegir su horario de trabajo (en la medida en que sea posible) puede ser un incentivo importante para las personas ocupadas, como los que tienen hijos pequeños o más de un trabajo.
- Tiempo libre para desarrollar varias funciones, posiblemente incluyendo un servicio.
- Honores como nombrar a alguien empleado o voluntario del mes o del año, o nominándolo para recibir honores fuera de la organización.
- Premios y galardones como placas, insignias, certificados, ropa con el nombre de la organización, tazas, etc.
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