La duquesa de Sussex dejó atrás sus populares atuendos, luciendo los hombros, para seguir el código del Royal Ascot, uno de los eventos más exclusivos de Inglaterra.
Meghan Markle ha tratado de ser fiel a su estilo, a pesar de los estrictos protocolos que rigen a la familia real británica. Lo hizo durante su matrimonio, con el príncipe Harry, al usar un vestido de novia donde lucía los hombros, rompiendo así la etiqueta.
Ese es su look favorito -el cuello bote- y lo repitió durante su primera aparición en el balcón del Palacio de Buckingham por el cumpleaños de la reina Isabel II. Sin embargo, esta vez el estricto protocolo la obligó a cambiar su estilo para participar del Royal Ascot, uno de los eventos más exclusivos de Inglaterra.
CÓDIGO DE VESTIMENTA
La carrera de caballos, fundada por la reina Ana en 1711, tiene un código de vestir muy exigente. Las mujeres deben llevar un sombrero con una base de al menos 10 centímetros de ancho y faldas sueltas por debajo de la rodilla. Según la etiqueta, las prendas de cuello bote están prohibidas, porque los hombros deben estar tapados.
Por ello, Meghan Markle decidió cumplir las reglas y optó por un vestido cerrado de Givenchy, la misma casa que la vistió para su boda. La exactriz lució un modelo en color blanco tipo camisa y con falda corte pañuelo. Lo acompañó con un cinturón negro y un 'fascinator' (tocado) de Philip Treacy, el diseñador de sombreros más famoso de Inglaterra.
Su esposo, el príncipe Harry, vistió un saco oscuro, chaleco azul y corbata celeste, acompañado de la imprescindible galera.
Comparte esta noticia