Símbolo de lucha y tenacidad, hoy es la imagen de todo un país que se ve reflejado en su juego: El Guerrero tuyo, el Guerrero mío, el Guerrero del Perú.
No aparecen fotos suyas en fiestas, ni jugando fulbito. Nadie lo acusa de elegir los partidos que disputará con la selección y nunca dejó una concentración para firmar un contrato. De los cuatros grandes referentes de Perú en la última década, Paolo Guerrero es el único que queda en el equipo.
Mientras los otros ‘fantásticos’ se fueron eclipsando, la importancia de Guerrero fue creciendo. El capitán de la Selección hoy es el líder de una generación de jugadores con un promedio de edad debajo de los 25 años. Edison Flores, Miguel Trauco y Renato Tapia son arropados por un delantero que se olvidó de las pataletas, que aprendió de las suspensiones y hoy vive en estado de gracia con el gol.
Los números no mienten. A falta de cinco partidos para terminar las Eliminatorias, lleva cinco tantos, la misma cantidad que hizo en cada uno de los últimos tres procesos (Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014). En 2016 se convirtió en el goleador histórico de la Selección Peruana, superando a Teófilo Cubillas. Una señal no solo de puntería, sino de constancia, ese valor tan difícil de encontrar en la vida.
El martes 28 de marzo, Guerrero sumó a Uruguay a su lista de víctimas. Su potencia en la carrera que terminó en el primer gol de Perú fue tal, que dejó a Diego Godín gateando a sus pies. Una imagen imborrable.
En Ecuador, los hinchas piden canjearlo por Felipe Caicedo y Enner Valencia. En Colombia nos quieren mandar a Carlos Bacca, en Argentina nos imploran un trueque con Gonzalo Higuaín. Perú no lo cambiará por nada. Hoy más que nunca él es la representación de un país que ha soportado el azote de la naturaleza. Te vamos a extrañar ante Bolivia, Paolo. Vuelve más Guerrero y fantástico que nunca.
Comparte esta noticia