El drama de las familias afectadas por el desborde del río Huaycoloro

Viviendas bajo toneladas de arena, vehículos que quedaron inservibles ante el paso de la furia de la naturaleza y una tragedia que aún no termina para decenas de familias que viven en la asociación Huerta El Ayllu. Esta es la zona más golpeada por los huaicos en Lurigancho-Chosica y donde inició la catástrofe que afectó a Lima Este.

Los damnificados ya son más de 100,000 en todo el Perú y aún faltan las cifras de zonas como estas, que han quedado incomunicadas, sin comida y sin agua. “A las 6 de la tarde llegó el huaico. Mi esposo solo agarró a los bebes y pasó nadando al frente”, le contó una vecina a RPP Noticias, que tuvo que ver como el agua se llevó todo lo que tenía.

La catástrofe se inició en una de las curvas del río Huaycoloro, que se desbordó e inundó en cuestión de segundos todo el lugar. “Perdimos el trabajo de toda una vida. Con este carro nos transportamos y vendemos”, explica la mujer mientras señala un auto azul, destrozado y enterrado tras la inundación.

Los daños de la lluvia. Ya son 101,104 personas las que han perdido sus viviendas a causa de las lluvias, huaicos y deslizamientos desde diciembre de 2016 hasta la fecha. Así lo informó el último reporte del Instituto Nacional de Defensa Civil - Indeci (actualizado al 20 de marzo a las 18:00 horas). Las lluvias dejan un saldo de 78 fallecidos, 263 heridos y 20 desaparecidos. Además, 643,216 personas fueron afectadas por la temporada de lluvias.

En La Huerta-El Ayllu, muchas de estas familias quedaron en la calle con las pocas pertenencias que pudieron rescatar: ropa, maletines, frazadas llenas de lodo y arena y algunos muebles. Las habitaciones de las casas todavía están llenas de agua y lodo.  El nivel de agua y arena llegó a dos metros de altura y algunas casas quedaron sepultadas, como la de la señora Lidia, madre de cinco hijos cuyo único ingreso provenía del reciclaje de telas. 

Miedo y necesidad. “No tenía grandes cosas, pero al menos tenía una camita donde mis hijos dormían con tranquilidad. Ahora no tengo nada. Ellos están tristes y piensan que va a venir otro huaico y nos va a llevar”, contó Lidia. Han pasado cuatro días desde que el incontrolable paso del huaico azotó a esta zona y ninguna autoridad se ha hecho presente en el lugar. Mientras tanto, los vecinos todavía tienen la esperanza de recibir un poco de ayuda.