Hijos que relegan a sus padres mayores por considerarlos una carga

Al bordear la etapa de la adultez, cuando el cabello se torna plateado y se está sobre la base seis, el cuerpo de las personas sufre una serie de cambios físicos, producto del desgaste natural de los años.

Para muchos hombres y mujeres entrar a este ciclo de vida significa la culminación del periodo de oportunidades a las que podrían acceder en todo contexto de su vida, llámese laboral, afectivo, educativo, carga familiar, social, y toda una suerte de prejuicios y convenciones sociales.

Llegar a esta edad puede verse afectada por el abandono o resquebrajamiento de los lazos afectivos con la familia; y a su vez vulnerar los sentimientos del adulto mayor.

El maltrato no siempre se manifiesta con violencia física (aunque en algunos casos se da); este puede expresarse de diversas formas, desde negarles una mejor calidad de vida, descuidarlos en su salud, en su alimentación, tenerlos desaseados, considerarlos como un estorbo o no ser tomados en las decisiones que adopte la familia. En última instancia, olvidarlos en un asilo.

Esta ingratitud de los hijos hacia sus padres ya viejitos, puede llevar a los adultos mayores a la depresión, al estrés, y eso afectar su salud. Es entonces cuando empiezan a comportarse como niños, a sentirse incomprendidos, volverse intolerantes a los ruidos, a ciertas comidas, etc. y eso, de una u otra forma termina por aislarlos.

El envejecimiento no debe ser tomado en cuenta como la declinación progresiva de la vida; más bien debe llegar fortalecida de afecto, comprensión, seguridad económica y social, alimentación adecuada, buena salud, entre otros.

Es muy importante que la persona a esta edad se considere a sí misma que puede cultivar las mismas capacidades y destrezas como cualquier otro individuo. Si durante su niñez, juventud y adultez tuvieron sus encantos y habilidades, ¿por qué pensar que en la vejez estarán exentos de satisfacciones y oportunidades para vivir con dignidad?

Esta es la edad donde se debe aprovechar la sabiduría y conocimiento de los abuelos y abuelas. La experiencia recogida a lo largo de su vida debe ser aprovechada con los más pequeños, a quienes se les debe transmitir la historia familiar, cómo fueron sus padres de pequeños, qué les gustaba hacer, los lugares y personajes que conocieron, etc. como una forma de perdurar los lazos afectivos y tradiciones familiares.

Esta es una etapa en la vida del ser humano en donde se lleva mayor ventaja con respecto a otros. Los años transcurridos le harán ganar sabiduría y experiencia, conocimientos que han de servir a los que recién empiezan, por más modernidad que exista.

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Producción: Amelia Villanueva Ramirez