Altares y calaveras marcaron la celebración de una costumbre arraigada y extendida en todo México. Aquí las postales que dejó esta fecha.
Como en una escena de película, cientos de "catrinas", calaveras vestidas de forma elegante, desfilan por la emblemática avenida Reforma de la Ciudad de México ante miles de espectadores, al llegar la época del año en que los mexicanos celebran la muerte.
El ambiente se llena de los colores del papel picado, el olor a flor de cempasúchil y el sabor del pan de muerto.
El Día de Muertos es la fiesta tradicional mexicana en la que, según la creencia popular, los difuntos visitan el mundo de los vivos. En un altar se dejan elementos como fotografías, veladoras, calaveras, comida y bebida para deleite del visitante del otro mundo.
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El 1 de noviembre se recuerda a los niños fallecidos, mientras el 2 de noviembre está dedicado a los difuntos que partieron en edad adulta.
La Ciudad de México se pone de fiesta durante las celebraciones, y los altares y calaveras aparecen por toda la ciudad desde mediados de octubre.
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Aunque la costumbre tiene sus orígenes en prácticas prehispánicas, ha logrado adaptarse a las generaciones actuales combinando elementos tradicionales con otros de actualidad. De esta manera, la fiesta de la muerte se ha mantenido irónicamente viva a través de los años.
EFE
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