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“Hablarles del Perú a familias alemanas y sirias fue una experiencia indescriptible”

Rosario Neira posando con la bandera peruana junto con ciudadanos alemanes que disfrutaron de una causa rellena. | Fuente: Rosario Neira

Rosario Neira Ticuña es una peruana de 26 años que hace un año partió hacia Alemania convirtiéndose en una embajadora no oficial de la cultura peruana.

Por Giuliana Ramos Palacios

Rosario Neira es una comunicadora social que gracias a una beca del Estado alemán viajó a ese país para hacer voluntariado en un asilo en la ciudad de Wernigerode al centro este de Alemania. En apenas un año ha enseñado a preparar causa rellena a alemanes, ha hecho bailar festejo a sirios y ha logrado que la imagen del “Señor de los Milagros” sea conocida y venerada en la parroquia.

“No sólo bastaba decir soy peruana. Debía demostrar qué significa serlo y lo hice a través de nuestra cultura”, dijo Rosario a RPP Noticias al empezar la entrevista a través de una webcam. En Alemania ya son las 9 de la noche, sin embargo detrás de ella el sol aún brilla. Aquí en Lima son las 2 de la tarde.

-¿En qué consiste tu voluntariado que estás haciendo en Alemania?
Llegué a Wernigerode gracias el programa Weltwärts, una organización que lleva a voluntarios por el mundo y también porque obtuve una beca del estado alemán. Mi objetivo era realizar labor social y me mandaron a la red de casas de ancianos GSW Stadtfeld (centro de ancianos en español). Este lugar es lo que en Perú llamaríamos asilo. Mi trabajo específico consiste en cuidar a los adultos mayores. Les doy de comer, paseamos juntos, hacemos deporte, contamos chistes y por supuesto les hablo del Perú.

-¿Qué sabían del Perú las personas que conociste en el asilo?
Muchos no conocían nada del Perú, ni siquiera sabían que era un país. Lo único que unos pocos conocían era Machu Picchu. Tenía que explicarles que no todos los peruanos vivimos en la ciudadela inca, que tampoco nos transportamos en llamas y que no comemos todos los días cuy. Suena gracioso pero es la verdad. Muchas veces me preguntaron si tenía llamitas en mi jardín como mascotas.

Rosario Neira con los adultos mayores durante su voluntariado en el centro de ancianos GSW Stadtfeld.
Rosario Neira con los adultos mayores durante su voluntariado en el centro de ancianos GSW Stadtfeld. | Fuente: Rosario Neira

-No debe haber sido fácil poder comunicarte con los alemanes por el idioma.
Es verdad. Mi alemán era muy básico y era la primera vez que llegaba una voluntaria extranjera a esa casa hogar. Además yo soy muy diferente a ellos: tengo el cabello negro, mi tez es más oscura y soy más bajita de la talla promedio de los alemanes. Era algo así como un extraterrestre y también me sentía así. Pero sólo fue al principio. Luego nos convertimos todos en una gran familia.

-¿Cómo lograste que esa nueva familia conozca sobre la cultura peruana? ¿De qué manera les enseñaste?
Una de las cosas, aparte de Machu Picchu, por lo que el Perú está dando que hablar a nivel internacional es por su comida. Así que organizamos lo que llamé “una tarde peruana” y preparé causa rellena, lomo saltado, chicha morada y ají amarillo, que aquí cuesta carísimo, pero me las arreglé para poder preparar bien la receta. Los abuelitos, las enfermeras y colegas voluntarios no podían creer que existiera un maíz de color morado e incluso me preguntaron si lo había pintado. También les mostré videos y fotografías de nuestros bailes y trajes típicos. Los más entusiasmados eran los mayores. Abrían sus ojos y cual niños se quedaban maravillados con la gran variedad de comida, música, danzas, ropa y hasta los microclimas que existen en el Perú.

-¿En qué otros lugares mostraste las costumbres peruanas?
Hice amigos en una iglesia llamada St. Marienkirche Wernigerode. Como era la única peruana en toda la ciudad hasta ahora, pude comprobarlo, me sentía encantada de que todos se interesaran por conocer más del Perú. Así que con ayuda del párroco organizamos otra “tarde peruana” y entre todos preparamos causa rellena. Era el plato que podía preparar mejor debido a la abundancia de papa en la dieta de los alemanes. Finalizamos aquella tarde bailando huayno. Aunque no todos tenían ritmo, fue muy divertido ver a los alemanes zapatear. Recuerdo que este evento ocurrió en octubre de 2016, así que también les hablé del Señor de los Milagros y les llevé una pequeña imagen. Lo más lindo de esta experiencia es que esa imagen se quedó en la iglesia. Sin querer dejé parte de nuestra religión. Además cantaron conmigo, en un esforzado español, el coro del himno del santo moreno.

La imagen del Señor de los Milagros ahora es conocida y venerada en la iglesia St. Marienkirche Wernigerode en Alemania.
La imagen del Señor de los Milagros ahora es conocida y venerada en la iglesia St. Marienkirche Wernigerode en Alemania. | Fuente: Rosario Neira

-Aparte de alemanes, ¿conociste a gente de otros países?
Había un grupo en la comunidad llamado Café Internacional, donde había muchas familias sirias en condición de refugio. Llamarlos refugiados es para ellos un insulto. Recuerdo la primera vez que llegué, tenía que escribir mi nombre en el mapa señalando el país de donde venía y era la única de todo Latinoamérica. Eso hizo que se interesaran más por mí y por mi país. Entonces me programaron un día para presentar una exposición sobre mi Perú. Estas exposiciones me llenaban de orgullo y sin querer me convertí en una embajadora no oficial de nuestra cultura.

-Pero también conociste a personas de muchos otros países en condición de refugio.
Sí, de Afganistán, Turquía, Irak y Armenia. Era gente muy amable, tenían una chispa parecida a los latinos, irradiaban paz a pesar que venían de países convulsionados con la guerra. Una anécdota muy especial fue con los niños sirios. Jamás imaginé regalarles un pedacito de alegría. Se divirtieron mucho pintando llamitas peruanas que les había dibujado. Otra anécdota fue que los jóvenes sirios me preguntaban si estaba bien que los hombres muevan las caderas, pues los hice bailar festejo. Me dijeron que en su país solo las mujeres movían las caderas, pero no los hombres.

-Dicen que en toda ciudad del mundo siempre encuentras a un peruano. En Wernigerode eras tú, ¿pero te cruzaste con otros?
Sí, uno llegó por unos días con una feria navideña. Era un comerciante de aproximadamente 40 años. Me enteré de él por unos amigos que me llamaron diciéndome: “Rosaria (así decían mi nombre pues para los alemanes un nombre que termine con “o” era más para los hombres), hemos encontrando un peruano”. Me emocioné y fui a buscarlo. Lo vi sentado mirando su celular y le dije: “¿Hablas español?”. Me miró sorprendido y me dijo que sí, que era de Lima, de Comas igual que yo. Nuestras casas estaban tan cerca en Perú y nos venimos a encontrar en Alemania. Nos tomamos una foto posando orgullosos con nuestra bandera. Esa foto la publiqué en mi Facebook y quedó finalista del concurso de fotografía Soy Migrante Perú, organizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores peruano.

-Tu voluntariado y tu estancia en Alemania concluyen en pocos días. ¿Cuál fue la enseñanza de esta experiencia?
Tuve la satisfacción de haber contribuido al menos con un granito de arena a que muchos extranjeros ahora sepan más sobre Perú. Creo que hice mucho más de lo que me había propuesto, pues solo venía a trabajar con los adultos mayores. Sin embargo me siento muy contenta porque toda la gente aquí no solo recordará a Rosario Neira, recordará más bien a Rosario de Perú.

Niños sirios divirtiéndose pintando llamitas peruanas.
Niños sirios divirtiéndose pintando llamitas peruanas. | Fuente: Rosario Neira
Ciudadanos alemanes probando por primera vez la mazamorra morada.
Ciudadanos alemanes probando por primera vez la mazamorra morada. | Fuente: Rosario Neira

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