AFHS: Los González le dan una paliza a Raúl por haber ayudado a Manolo

Anthony desayuna con Reyna Pachas y su familia. Baja Manolo y se encuentra con la familia de Lucho. Le presentan a Anthony quien le dice que su apellido es Pichilingüe. “Yo conocí a un Pichilingüe, Camote Pichilingüe, era un vacilón. ¿Qué fue de él?”, pregunta. “Murió. Se quiso hacer el gracioso jugando a la gallinita ciega en la Panamericana Sur”, responde Anthony. “Otro motivo para estar triste”, dice Manolo y sale de la habitación.

Viviana le advierte a Raúl que haga que Miguel Ignacio se aleje de Gladys. “La voy a cuidar de esa mala persona. Eso haré y punto”, le dice y luego sale hacia la productora.

Anthony les cuenta a los González que conoció a Shirley en el instituto donde estudiaron. “Mis metas son tener mi propia agencia de viaje o conseguir un empleo donde me paguen mejor”, les dice. “Tienes tus metas claras”, le dice Lucho. Llegan Charo, Grace y Nelly Francesca y Anthony reconoce a Grace. Reyna se acerca y les dice que Anthony es el novio de su hija. “Ya puedes burlarte”, le dice a Charo. “¿Burlarme, de qué?”, pregunta Charo. Al final los dejan. “Yo pensé que Reyna estaba cambiando”, dice Charo. Escuchan un sollozo, se trata de Teresa que está muy triste.

Manolo le cuenta a su madre que ya le dijo la verdad a Teresa. Y le cuenta que él sintió que se había enamorado de Luciana y que no entendía por qué se había ido a España.

Fernanda se despide de su familia y les dice que irá a busca empleo. Francesca la vuelve a ofrecer la gerencia de su fábrica de velas pero su nieta desiste. “Ya no quiero depender de ti”, responde y se va. “Bueno mami, es hora de hacer nuestras maletas”, le dice Carlos a Francesca. “¡¿Se van de Luna de miel?!”, pregunta Susú. “Sí”, responde Francesca. “¡¿Nos pueden llevar?!”, insiste Susú. “¡No!”, es la rotunda respuesta de Francesca.

Teresa le cuenta a Charo que Manolo nunca viajó al exterior y que la novia africana nunca existió. “Todo lo hizo en la productora”, le cuenta. “¿En la productora? Ah, de ahí salió lo de Alaska. ¡Ahora ya sabemos quién es el responsable de todo!”, dice Charo indignada. “¡¿Fue el Platanazo?! ¡Yo lo mato!”, dice Teresa. “¡Yo también!”, dice Charo.

Reyna le dice a Lucho que no puede obligarla a quedarse con Anthony todo el día. “Tengo cosas que hacer”, dice Reyna. Y entonces Shirley le pide a su madre que vaya con Anthony al mercado para que la ayude con el recado. Al final Reyna acepta y al salir se encuentra con Pepe y Tito que creen que se trata del chico que la ayudará con los quehaceres del hogar. “Es el novio de Shirley”, dice Reyna. “Me llamo Anthony Pichilingüe Manicero y ya se pueden reír”, dice el muchacho. Pepe y Tito contienen la risa a duras penas pero tan pronto Reyna se aleja con el joven, estallan en carcajadas.

Los González llegan en grupo a la casa de Raúl y lo obligan a confesar que fue él quien ideó todo el plan para que Manolo los engañara haciéndoles creer que estaba en África. Y si no lo hace ellos traerán kerosene. “Él me vino a pedir ayuda y no había plata para enviarlo de viaje. Ustedes me dijeron que si aceptaba que yo había ideado el plan no habría kerosene”, dice Raúl. “No habrá kerosene pero ¡nadie te salva del linchamiento!”, grita Tito y todos se van encima de Raúl. Después que lo han zarandeado lo dejan no sin antes recriminarlo. La última en salir es Charo quien en la puerta de la casa se encuentra con Viviana.

Francesca y Carlos salen de su casa rumbo a su luna de miel. Están por subir al auto cuando aparece Monserrat. “¡Señora, no se vaya! ¡Tengo un mal presentimiento!”, pide sollozando. “Solo nos vamos por unos días”, responde Carlos. La pareja sube al auto y van conversando. “Ay esta Monserrat, se cree vidente. ¿Qué cosa mala me podría pasar?”, dice Francesca. “Nada malo te pasará”, le responde Carlos pero otra vez su rostro adopta una extraña expresión.

Reyna está con Anthony en el mercado. Y el pobre muchacho tiene que cargar una serie de productos que ella compra al crédito. Llega a la casa y Shirley le pide permiso a su mamá para salir a dar una vuelta con su enamorado. Reyna se niega. “Mi papá me ha dicho que los tengo que dejar solos hasta que aprendan a quererse”, dice Shirley y regresa a su cuarto. “¿Qué puedo hacer para aburrir a este trol? Ya sé”, piensa Reyna. “Necesito que me peles las papas, me piques la cebolla, deshojes el perejil, peles la fruta y la picas finito. Después barres la cocina, limpias la sala, el patio y el baño. Y después te puedes hacer una limonada”, le dice. El muchacho cumple su tarea a cabalidad. “Ya terminé todo, espero que le guste”, dice Anthony. En eso llegan Lucho y Johnny muy apurados porque tienen que regresar a sus ocupaciones cuanto antes. “¿Qué hay de almorzar?”, pregunta. Reyna le ordena a Anthony que sirva el almuerzo. “¿Ya te amistaste con Anthony?”, pregunta Lucho. Reyna le dice que sí. “¡Bienvenido a la familia! Pero sigue sirviendo y después me lavas los platos”, le dice a Anthony.

“¡¿Qué haces saliendo de mi casa?!”, le pregunta Viviana a Charo. “¡Pregúntale a tu marido!”, responde. Mientras tanto, Raúl le pide a Gladys que ordene la sala antes que llegue su mujer. “¡¿Qué fue lo que pasó aquí?!”, pregunta molesta. Raúl le cuenta que los González descubrieron todo y que por eso le pegaron. “Si no fuera porque la señora Charito y yo lo defendimos hubiera terminado como puré de plátano”, dice Gladys. “Ah sí, Charito es una defensora de los Derechos Humanos”, dice Raúl que menciona a Charito varias veces hasta que Viviana empieza a perder la paciencia. “Así que Charito, ¿no? ¡Como los González no terminaron con lo que iban a hacer, aquí vengo yo!”, dice Viviana y empieza a perseguir a Raúl por toda la casa.

Nicolás va en busca de Rubí y la encuentra sentada en la puerta de su casa con sus maletas. Le cuenta que sus compañeras de departamento la han botado porque son unas envidiosas. “Tranquila que no estás sola”, la consuela Nicolás.

Viviana recibe una foto de la luna de miel de Francesca y Carlos. “Nosotros también deberíamos irnos de luna de miel”, le pide a Raúl. “Están felizmente casados”, añade. “Eso crees”, murmulla Raúl. Viviana que conoce muy bien a su marido lo emplaza. “Tú sabes algo. ¿De qué se trata? ¿Del matrimonio de Carlos y Francesca? ¡Habla!”, le dice. Raúl empieza a balbucear y al final suelta la sopa. “¡Es el mismo juez de paz que nos casó a nosotros!”, responde ante una asombrada Viviana. “¡Francesca es capaz de hacer eso!”, le dice Raúl. “Encontró el negocio del amor. Se está blindando, así si es que hay divorcio Carlos se quedará sin nada, como un gato en medio de la calle, como un perro de chifa”, dice Viviana.

Isabella se presenta en la oficina de Miguel Ignacio. “Gordito, te perdono. Recién entendí que tu hijo es importante. Fin del problema”, le dice. “¿Quieres decir que tendré una relación tranquila con la madre de Oto?”, pregunta. “Sí pero…?”, dice Isabella. “¿Por qué tiene que haber un pero?”, pregunta Miguel Ignacio. “¡Quiero casarme contigo!”, propone. “¿El juez de paz estará disponible?”, añade. “Podemos casarnos hoy mismo”, dice Miguel Ignacio y decide llamar al actor que hace de juez de paz pero resulta que este le dice que no lo puede atender porque está ocupado grabando un comercial. Miguel Ignacio le propone pagarle el doble si hace el papel que le solicita.

Rubí llega acompañada de Nicolás a la casa de los Maldini con la intención de instalarse, asunto que sorprende a Hiro y Monserrat. Pero ellos no pueden hacer nada en contra de las decisiones del nieto de Francesca.

Manolo está solo en su casa y está pensando en todo lo que le ha ocurrido. “Es mejor que este solo y que no me relaciones con nadie”, dice. Alguien toca la puerta de su casa y él atiendo. Abre y recibe una sorpresa: es Luciana.