La inversionista le ofrece montar una red de clínicas en todo el país para que el buen doctor desarrolle su profesión de pediatra.
Morgana Centurión llega a la clínica en la que trabaja Carlos Cabrera y empiezan a conversar. “Creo que no deberíamos pensar en solo una clínica para atender a los niños con labio leporino sino en una red. Yo podría invertir en eso”, le dice Morgana al médico.
Carlos le cuenta que ha ganado una beca que lo llevará a la Universidad de Heidelberg. “Qué casualidad, yo tengo familiares que bien allí y que te pueden dar todo tipo de ayuda”, comenta Morgana. “¡Me has caído del cielo!”, exclama Carlos.
De pronto llega Francesca que se sorprende de encontrarse a Morgana en el consultorio de Carlos.
“Mi amor, Morgana quiere invertir en una cadena de clínicas. ¿No te parece que se trata de una persona maravillosa?”, le dice a Francesca. Morgana además se ofrece a acompañarlo a Heidelberg para que las cosas se le hagan más fáciles. “Tengo familiares alemanes de parte de mi madre”, le dice a Francesca que la mira extrañada de tanta amabilidad cuando apenas se conocen. Poco después Morgana se despide y se va.
“Me extraña ese interés tan repentino”, le comenta Francesca a Carlos. “Es que así son los inversionistas”, responde él. Francesca cree que hay algo más pero Carlos la convence de que ella es el amor de su vida tras lo cual la besa. Pero Francesca sigue pensando que algo se trae Morgana entre manos.
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