AFHS: Rubí intenta reconquistar a Manolo en su casa

El padre Manuel llega a la nueva casa de Peter y su familia para reclamarles la razón por la que le quieren quitar los zapatos a Monserrat. “Cómo le puede hacer esto a esta criatura”, les dice. Peter le explica que todo ha sido un mal entendido.

Nicolás está en la tienda de don Gilberto y está bebiendo yonque. Se queja de que Rubí no le contesta el teléfono y que ya no tiene saldo para seguir llamándola. “Si hubieras sido más brillante no hubieras dejado a Grace”, le dice Gilberto. “Yo no la dejé, ella me abandonó”, responde Nicolás que no deja de beber. Llega Grace y se lo lleva a la casa de los González. “No voy a dejar que tu hija te vea en ese estado”, le dice y lo mete a la ducha con ropa y todo.

Lucho le pregunta a Miguel Ignacio en qué nuevo puesto lo colocará ya que su puesto se lo ha dado a Bruno. “Hay una vacante disponible en limpieza”, responde Miguel Ignacio. Lucho se desespera y sale a la terraza intentando arrojarse al vacío. Miguel Ignacio lo contiene y lo hace entrar a su oficina. Lo sienta al lado de Bruno y les dice a los dos que ha encontrado una solución salomónica. Y lo que hace es convertir a Bruno en asistente de Lucho.

Hiro se acerca a Socorro y lleva en sus manos una caja que contiene un juguete. “Creo que esto no es de usted”, le dice. “Tienes razón. No es para mí”, le dice. Hiro estalla en felicidad porque cree que el juguete es para él. Socorro se le acerca y le quita la caja y se la entrega a Manolo. “Este es el Power Ranger que nunca te pude comprar”, le dice Socorro a su hijo que se emociona hasta las lágrimas. Hiro queda muy triste.

Charo le sigue dando clases de cocina a Isabella que ha resultado ser una alumna aplicada. Hace un guido a base de pollo que le sale tan bien que hasta impresiona a Charo. “¡Oh my pinky miss Charo!”, exclama feliz. Sube y le cuenta todo lo que ha logrado a Susú. Fernanda llega a buscar a Charo. “Se acuerda del anillo que le di la vez pasada. ¿Me lo puede devolver?”, le dice. Y luego se cuenta que irá a Huamanga a ver a Joel. Charo se emociona y no puede evitar las lágrimas.

Grace llama a Miguel Ignacio y le cuenta que Nicolás no está pasando por un buen momento y que la única persona que lo puede ayudar es él. “Hasta está tomando yonque”, le dice. Miguel Ignacio se queda pensando.

Manolo sale de su casa y se encuentra cara a cara con Rubí. “¿Por qué no contestaste mis mensajes?”, le dice. “Te mandé como veinte mensajes y no me respondiste”, le dice. “Te iba a contestar pero después recordé que me dejaste plantado en la puerta de tu casa y tiraste el anillo que te entregué. Me dejaste por Nicolás de las Casas y ahora ya no es el niño rico. Mira quién está ahora en la gran mansión. Y ahora te vas a poner a llorar. Eso te sale muy bien pero yo no creo en tu actuación. A mí no me vas a engañar. Tus lágrimas no me dan lástima”, le dice, se da media vuelta y entra en la casa. “Ya estaba convincente”, dice Manolo dentro de la casa presa de las dudas nuevamente. “Perdóname”, dice Rubí que se queda sola en la mitad de la calle. Peter ve preocupado a Manolo quien le cuenta que afuera está Rubí. “Ha venido por la plata. Dice que soy el amor de su vida”, le dice a su padre. Ambos abren la puerta y se encuentran a una llorosa Rubí. “Perdóname”, le pide. “No te creo nada”, responde Manolo y vuelve a cerrar la puerta.

Bruno les cuenta a Isabella y Susú que estará bajo las órdenes de Lucho. “Es el menos salvaje de los González”, le dice Susú. “Pero es peligroso porque habrá que lidiar a un despechado”, reflexiona Bruno. Lucho le cuenta a Reyna lo que ocurre en la constructora. “Tú no sabes cómo nos trataba Bruno”, le cuenta. “¡Tienes que vengarte!”, le recomienda Reyna. Bruno les refiere a Isabella y Susú que cuando eran chicos Lucho y Pepe eran insoportables y los paraba enviando hacia su cuarto de servicio.

Las dudas vuelven a azotar a Manolo y Peter se da cuenta de la situación y entonces le da una bofetada para que reaccione. Manolo le cuenta que Raúl quiere comprar unos equipos satelitales y que quiere que sea su socio. “Pero si no ha hay plata, no hay plata, Raúl es un caballero y sabrá entender”, dice Manolo. Aparece Socorro y se da cuenta que Manolo y Peter están tensos pero por más que les preguntan ellos no sueltan prenda. Llega Monserrat del mercado y al abrir la puerta deja en evidencia a Rubí. Socorro la hace pasar y le pide a Monserrat que le sirva una manzanilla a la joven.

Isabella llama a Miguel Ignacio para exigirle que le dé a su padre un empleo de acuerdo a su status profesional. Miguel Ignacio le pide a su exesposa que ponga el celular en altavoz. Y entonces le dice el rosario de perlas que ha sido la vida de Bruno, el hecho de haber despilfarrado su herencia familiar, de haberse casado con Francesca por su dinero y de cómo está lo puso en la calle al descubrir su infidelidad con una joven llamada Martha. “Así que le estoy dando un empleo de favor, un empleo de acuerdo a su status profesional. ¿Algo más?”, les dice Miguel Ignacio tras lo cual cuelga.

Rubí le cuenta a Socorro que hoy se dio cuenta de lo feliz que fue con Manolo. “He sido una tonta, una idiota, me dejé deslumbrar por Nicolás, son cosas que nos pasan, me dejé llevar por el exterior y no por el interior, he venido para que me perdonen y también quiero que usted señora me perdone. No quiero que ustedes permanezcan lejos de mí”, les dice. “¿Eso es todo lo que vas a decir? Ahora me vas a escuchar a mí. Nunca en mi vida he conocido una mujer tan falsa como tú. ¿Qué creías? ¿Que con esas lágrimas yo te iba a abrir la puerta y que íbamos a permitir que entraras a nuestras vidas una vez más? Cuando te enteraste de que Nicolás se quedó sin dinero montaste toda esta escena. Eres mala, insensible y materialista”, le dice Socorro. “He cambiado”, responde Rubí. “Las cucarachas siguen siendo las mismas durante miles de años. Para mí eres eso, ahora vienes a arrastrarte como lo que eres”, le refriega Socorro. “¡¿No vas a decir nada Manolo?!”, le dice Rubí al hijo de Socorro quien les ordena a Hiro y Monserrat que echen a la calle a Rubí.