Escritor Norbert Scheuer le da un giro al género, alejándolo de acontecimientos políticos y llevándolo a un terreno que oscila entre el intimismo y la reflexión mítica.
"Übern Rauschen" (Sobre el murmullo) es el título de la obra de Scheuer, una de las seis finalistas al Deutscher Buchpreis, el premio a la mejor novela en lengua alemana del año, que se falla el próximo lunes 12.
Toda la narración está alejada de los grandes escenarios de la historia alemana y transcurre en una población hundida en la región del Eifel. El narrador en primera persona, Leo, vuelve a su pueblo natal tras años de ausencia porque su hermano mayor, Hermann, se ha vuelto loco y tiene que ser internado.
El regreso va acompañado de un repaso a la historia de la familia, marcada desde el comienzo por una sucesión de rupturas, una permanente incomunicación y la obsesión del padre, y de Hermann, por capturar un pez mitológico y por escribir una crónica del lugar desde el comienzo de los tiempos.
La pesca con caña y anzuelo -a la que se le da una dimensión metafórica- es uno de los hilos conductores de la novela y es también una especie de obsesión familiar que en su momento llevó al padre a la locura y que ha contribuido también decisivamente a la demencia final de Hermann.
El murmullo al que se refiere en título de la novela es el murmullo del río, que pasa justo detrás de la posada que regenta la familia y que siempre acompañaba las meditaciones de Hermann y de Leo antes de dormirse.
El ruido del agua y los días de pesca son los únicos recuerdos poéticos de la infancia de los dos protagonistas. De resto, la vida familiar -que va apareciendo poco a poco detrás de la narración- es un infierno.
La familia de Leo y de Hermann es una familia rota desde el comienzo. La madre es una viuda que perdió a su marido en un accidente -no en la guerra, como se hubiera podido esperar en la clásica narración alemana- y que se ha casado otra vez sólo para que sus dos hijos, frutos de relaciones casuales, tengan un padre.
La madre es descrita como una mujer que tras la muerte de su primer marido, Valentín, ha perdido toda sensibilidad emocional. No la tiene ni ante su segundo marido ni ante sus hijos.
El recuerdo del padre tiene dos caras. Por un lado, está el padre amante de sus hijos, que los lleva de pesca y les enseña a leer las señales del agua y los nombres de los peces y trata de inculcarles que el río es la única verdadera herencia que tienen.
Por otro lado, está el hombre alcohólico que protagoniza escándalos permanentes en las noches en el hostal de la familia y que con frecuencia apalea a su mujer, que ejerce con constancia la infidelidad conyugal.
Leo, el narrador, tiende a disculpar al padre al que ve como un hombre al que la vida le había debido dar más de lo que le dio. Su sueño era ser escritor y por lo que cuenta su hijo era un hombre que había leído mucho y bombardeaba a los parroquianos del bar de la posada con citas de Bakunin y otros autores.
Hermann parece ser, de niño, el más inteligente de los dos hermanos y su padre desea que el pueda tener el destino que le fue negado.
Sin embargo, después de ser un buen alumno en la primaria fracasa en el bachillerato y, tras rodearse de amigos criminales, y tener que escapar precipitadamente para trabajar en un barco mercante, termina volviendo al pueblo para encargarse de la posada y tratar de pescar el pez mitológico que su padre no capturó nunca.
Leo, en cambio, que no parecía tan brillante, termina el bachillerato, estudia, abandona el pueblo y se radica en Hamburgo, de donde sólo regresa a los 47 años -después de años de no querer saber nada de la familia- cuando recibe la noticia de que su hermano se ha enloquecido y se ha encerrado en su habitación.
En los días que pasa en el pueblo Leo pesca, piensa en el pez mitológico y se pregunta si no hubiera sido mejor no haberse ido nunca del pueblo.
-EFE
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