´El pecado tiene mucho de maquillaje. Se presenta como algo bueno, y termina destruyéndonos´, explica el Padre Clemente Sobrado.
Evangelio según San Mateo, capítulo 4, 1-11
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre.
Y acercándose el tentador, le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.”
Mas él respondió: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: “Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna.”
Jesús le dijo: “También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.”
Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: “Todo esto te daré si postrándote me adoras.”
Dícele entonces Jesús: “Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto.”
Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían
Reflexiones del Padre Clemente Sobrado:
Comenzamos el tiempo de cuaresma. Tiempo de salida. Tiempo de desierto. Tiempo de tentación. Tiempo de promesa de lo nuevo.
Jesús acaba a compartir su vida con la nuestra en el Bautismo. Un pecador entre los pecadores. Un Jesús que no tiene ascos de experimentar lo más bajo del ser humano, que ser considerado pecador. Aunque luego el Padre lo rehabilitó declarándolo su “Hijo amado, el predilecto”.
Y ahora, Jesús quiere compartir la experiencia del Pueblo de Dios saliendo de la esclavitud. Dios es quien toma la iniciativa de hacerlo de esclavo un pueblo libre. El Papa Francisco insiste en este principio: “Dios toma la iniciativa”. Es Dios que lo lleva al desierto y lo acompaña en su andar. Ahora es el Espíritu el que empuja a Jesús al desierto.
El desierto es camino de libertad. Pero también camino de tentación. El Evangelio reúne en una sola escena todas la tentaciones. El Pueblo vivió la tentación de regresar a la esclavitud. Jesús es tentado de todo aquello que lo puede desviar de los caminos de Dios.
La cuaresma no es un tiempo, como dicen, feo, doloroso por el ayuno y la penitencia. La cuaresma es un tiempo de búsqueda de la libertad pascual. Pero también nosotros tenemos la tentación de sentirnos bien con nuestras esclavitudes, la tentación de renunciar a nuestra libertad. Cada uno sabe de qué esclavitudes Dios lo quiere sacar.
Cada uno sabe que la esclavitud del pecado está maquillada de bondad y belleza. El pecado tiene mucho de maquillaje. Se presenta como algo bueno, y termina destruyéndonos. El pecado se presenta como algo sabroso, y termina amargándonos el corazón. ¿Hemos hecho la prueba de cómo vemos el pecado antes y cómo lo vemos luego de caer?
Comencemos viéndonos como peregrinos de la Pascua. Peregrinos de la libertad. Peregrinos de la resurrección. Salgamos juntos de nuestro Egipto y del Egipto de la Iglesia,para encontrarnos juntos en la tierra gozosa de nuestra Pascua.
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