Para los mexicas prehispánicos el concepto de muerte era muy distinto al que se tiene actualmente en el cristianismo.
Novecientos cráneos de papel, madera y metal conforman la obra del artista Manuel Marín inaugurada hoy en la capital mexicana, en un homenaje a los antiguos mexicas y a su manera de rendir culto y adoración a la muerte.
La muestra, denominada "Tzompantli Mayor" y expuesta en la sede de la Fundación Sebastián, hace referencia al altar hecho de cabezas humanas que acostumbraban realizar los mexicas, cuya finalidad era conducir a los mártires a reunirse con los dioses.
Cada una de las calaveras que Marín ha presentado en esta obra es "única, propia e irrepetible" y, según sus propias declaraciones, le mantuvieron "obsesionado" durante cerca de tres años de trabajo.
Para conseguir que cada pieza fuera diferente, el artista creó 25 estructuras básicas para moldear el volumen y el espacio, y de ellas obtuvo numerosas variaciones.
La muestra tiene dos elementos básicos: los cráneos a base de recortes o relieves en la pared, ensartadas en palos de madera, y otras de metal o papel sobre una plataforma en el suelo, que reproduce el lugar donde se hacían los sacrificios.
Con esta obra el artista pretende ahondar en la idea de la muerte y recordó que para los mexicas prehispánicos el concepto era muy distinto al que se tiene actualmente en el cristianismo. Para ellos la muerte era continuidad, un paso a otro estado o a otra vida; no había casi escisión entre vivos y muertos.
EFE
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