Unas 200 nativos retornaron a la llamada ´Curva del diablo´, en Bagua para recordar a las 34 personas que fallecieron en el enfrentamiento del 5 de junio de 2009.
El aniversario, que se esperaba con expectación desde hace semanas, resultó finalmente descafeinado, con poca asistencia a los actos y sin casi seguimiento de los medios locales, más preocupados hoy por la llegada a Lima del ciudadano holandés presunto asesino de una joven peruana y con la vista ya puesta en la 40 Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA) que arranca mañana.
El 5 de junio de 2009, la Policía inició un operativo para desbloquear la "Curva del diablo", parte de una carretera que permanecía cerrada por una protesta indígena.
El operativo derivó en duros enfrentamientos que dejaron 12 policías y 10 civiles muertos, entre indígenas y pobladores.
La noticia del intento de desalojo corrió además como reguero de pólvora hasta llegar a la remota estación número 6 de Imacita, en medio de la selva, donde un grupo de nativos asesinó, aparentemente en represalia, a otros 12 policías de los 38 que habían tomado días antes como rehenes.
En aquella ocasión, los nativos se levantaron contra una serie de decretos que consideraban lesivos a sus derechos; hoy, y tras la aprobación en el Congreso de una ley de consulta a los pueblos indígenas, el mensaje fue de recuerdo para los fallecidos y de llamada al Gobierno para que amplíe la investigación de los hechos.
El líder indígena Alberto Pizango, que regresó la pasada semana de Nicaragua, país en el que se exilió tras los enfrentamientos, fue una de las principales figuras que subieron al escenario montado en la "Curva del diablo", y en torno al que se juntaron, según la organización de defensa de indígenas Amazon Watch, más de 200 personas.
Durante su intervención, el presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Amazonía Peruana (Aidesep) dio sus condolencias a todos los fallecidos durante los enfrentamientos, policías y civiles, y demandó que se amplíe la investigación.
Precisamente, Pizango llegó ayer a Bagua para presentarse ante el juzgado de dicha localidad, donde tiene abierto uno de los tres juicios que se le siguen como presunto responsable de los enfrentamientos.
Tanto Pizango como familiares de indígenas y policías fallecidos señalan al Gobierno peruano, y en concreto a los entonces primer ministro, Yehude Simon, y ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, como responsables de las muertes.
Sin embargo, hasta el momento solo se han abierto cuatro procesos contra indígenas y uno solo contra algunos de los efectivos policiales que se encontraron al mando del operativo de desalojo.
En el transcurso del último año se ha mostrado la voluntad de crear un clima de reconciliación entre el Gobierno central y los indígenas de la Amazonía peruana, algo que hoy repetían por televisión los continuos espacios publicitarios contratados por el Estado.
El presidente Alan García, volvió ayer sin embargo a calificar los hechos de Bagua como "una masacre de policías", señalando a los indígenas como los únicos responsables de las muertes.
En un cementerio de Lima, precisamente, se reunieron hoy los familiares de los policías muertos para rendirles homenaje.
Así, mientras se registran evidentes avances en la participación e integración de las comunidades amazónicas peruanas, que tienen el privilegio o el problema de vivir sobre importantes yacimientos de minerales e hidrocarburos, la fractura social entre el Perú urbano y el indígena sigue presente.
EFE
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