La amiga eterna de Óscar Avilés

A los 8 años de edad, pulsa un niño la guitarra, con talento, arte, garra, y con mucha, mucha habilidad. Su manera de tocar gusta y convence a la vez, y algunos años después, alguien pregunta: ¿quién toca? - Y le responden. "Mil bocas". "Toca Óscar Avilés".

Esta expresión del decimista Juan Urcariegui nos remonta a un Óscar Avilés que desde chico sabía amar con locura, pues su guitarra lo era todo. Así lo cuenta el mismo Avilés, quien confiesa que después  del colegio, dejaba sus libros y corría hacia este instrumento.

Una vez fue castigado por su padre, pues éste no quería ver a su hijo hecho músico. Pero su pasión e ingenio lo llevó a esconderse en el clóset de su madre para tocar a su eterna compañera, la guitarra. Ella al entrar en la habitación escuchó una perfecta melodía, y con cierto temor se dirigió hacia el clóset, al abrirlo encontró a su hijo.

Pese a las primeras prohibiciones de su padre, fue por los grandes amigos de éste, como Fernando Romero, Andrés Arteaga y César Herrera que empezó a ver la música de manera profesional. Fueron ellos quienes lo animaron a continuar con su talento. Luego recibió el apoyo entero de sus padres.

Después de ser cajonero del dúo de hermanos "La Limeñita y Ascoy", y con más experiencia, conformó el grupo "Los Moruchucos", con quienes viajó hasta Hollywood, y fueron los primeros artistas peruanos en estar allá. También fue el primero en  instituir la Escuela de Guitarra de estilo criollo a sus 28 años. Luego fundó el grupo Conjunto Fiesta Criolla.

Ahora, a sus 83 años ha vuelto a su grupo antiguo, pero con nuevos integrantes y con un título recargado, "La fiesta criolla de los Avilés", que contiene  nuevas canciones, pero sobre todo, tiene el objetivo de refrescar gran parte del pasado grupo, La Fiesta Criolla.