El gobierno de Palau propuso la creación de un santuario para escualos, donde se prohibirá la pesca comercial de cualquier especie de estos animales.
El presidente del país, Johnson Toribiong, anunció el pasado viernes ante la Asamblea General de Naciones Unidas la creación de un santuario para escualos, donde estará terminantemente prohibida la pesca comercial de cualquier especie de estos animales.
La iniciativa es pionera en el mundo y tiene el objetivo de preservar en estos momentos de escasa población de tiburón leopardo, martillo, toro o zorro, entre otros.
En estas aguas, son víctima de la actividad de los grandes pesqueros industriales y cazadores furtivos de China, Corea del Sur, Japón, Hong Kong y Taiwán, ávidos consumidores de su carne y sobre todo de sus aletas en sopa.
"Los matan por dinero (..) salvar a nuestros tiburones es mucho más importante que tomarse una sopa", indicó Toribiong.
Palau acechará en particular a los barcos que se dediquen a pescar escualos para cortarles sus aletas y devolverlos al mar, una costumbre muy extendida entre los pescadores orientales y denunciada hasta la saciedad por grupos conservacionistas.
La práctica es tan común que la sopa de aleta de tiburón ya no es considerada una exquisitez culinaria por escasez y se sirve a bajo precio en restaurantes chinos y japoneses de todo el mundo.
El proyecto es ambicioso pero su implementación no será fácil, reconocen las autoridades locales.
La zona protegida cubrirá unos 661.600 kilómetros cuadrados e incluirá los dominios de la zona económica especial de Palau, que se extiende hasta 320 kilómetros de distancia de las costas del pequeño archipiélago, situado 800 kilómetros al este de Filipinas.
Sin embargo, los ingresos del turismo apenas han podido sufragar la compra de una patrullera en condiciones para vigilar un área del tamaño de Francia.
Resulta difícil imaginar como un solo barco será capaz de seguir el rastro a hasta 70 pesqueros faenando -legal o ilegalmente- en aguas territoriales de Palau, como observó recientemente un avión de reconocimiento australiano que sobrevoló el territorio.
Uno de los países más pequeños del mundo y habitado por apenas 20.000 personas, el grupo de islas y atolones esconde bajo sus aguas una de las mayores concentraciones de biodiversidad marina de todo el globo.
Desde el apacible tiburón ballena hasta el feroz tiburón tigre, unas 130 especies habitan las cálidas aguas de Palau, cuyos arrecifes de coral en óptimo estado son visitados cada año por miles de aficionados al submarinismo.
Los escualos son precisamente la gran atracción de la llamada "Esquina Azul", la inmersión más famosa que ofrecen los operadores de buceo y donde, según pudo comprobar Efe, se pueden contemplar bancos de hasta decenas de puntas blancas luchando contra la fuerte corriente en busca de alimento.
Toribiong pidió a otros gobiernos que sigan el ejemplo de Palau si no quieren perder a sus tiburones, más vulnerables que otros peces porque viven más años a cambio de dar a luz a menos crías.
La Unión Europea, que acapara un tercio de las exportaciones mundiales de carne de escualo y donde ya se consume más que otros pescados como el mero o el pez espada, estudia su primera ley para preservar las especies amenazadas.
Cada semana, 200 millones de tiburones pelágicos desaparecen de los mares en todo el mundo y al menos un tercio de la población de estos animales se encuentra en peligro de extinción, según datos de la campaña de conservación del Pew International Group.
EFE
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