Muchos no encuentran la palabra justa para definir su estado de ánimo y se debaten entre la "consternación", la "tristeza", el "decaimiento" o la "amargura".
Aunque sus calles parecen respirar normalidad, la procesión se lleva por dentro en Sabaneta, el pequeño pueblo llanero que vio nacer al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, donde familiares y amigos han recibido con especial dolor su recaída del cáncer y lloran por su salud sin perder la fe.
Muchos no encuentran la palabra justa para definir su estado de ánimo y se debaten entre la "consternación", la "tristeza", el "decaimiento" o la "amargura" por el miedo a perder no solo a su presidente y líder, sino al hijo, hermano, primo o amigo.
"Estoy seguro y tengo la fe de que se va a curar", dijo a Efe el primo mayor del mandatario, Adrián Frías, un productor agrario de 62 años, de baja estatura y espíritu jovial.
Sentado en el patio de su humilde casa y recordando con emoción algunas batallitas compartidas con el que ha sido su "amigo, padre y hermano", Adrián cree que Chávez saldrá fortalecido de esta cuarta operación en Cuba, aunque no logra esconder la angustia familiar.
"Para mí, Hugo es sagrado", logra pronunciar con un hilo de voz.
Flor Figueredo, amiga de la familia y profesora jubilada de la escuela Julián Pino -en la que Chávez terminó la primaria como el mejor de su clase-, confiesa que no consiguió dormir la noche del sábado, cuando el presidente anunció su recaída y nombró al vicepresidente, Nicolás Maduro, como su sucesor político.
"Decía yo: "Dios nos lo dio y nos lo va a quitar". No, es inconcebible. Dios no puede hacer eso... otro hombre, difícilmente habrá como Hugo, otro presidente como él", manifestó con ojos vidriosos esta exdocente de 66 años.
"Si él logra pararse el 10, lo demás es pan y cebolla", considera su gran amigo de infancia Alfredo Aldana al referirse al acto de investidura previsto para el próximo 10 de enero, que abre el nuevo periodo presidencial de seis años más.
"Ese cáncer ya hubiera matado a cualquier otro, lo que pasa es que Hugo Chávez no tuvo reposo y es un ser humano", apuntó este exentrenador de voleibol de 61 años, tan impetuoso y carismático como Chávez, quien es padrino de cuatro de sus hijos.
Telma González, novia de Chávez en su juventud, ya le ha dedicado varias vigilias hasta altas horas de la madrugada confiando en que "no se lo lleven de este lado".
"No lloremos la enfermedad de él porque si nosotros la lloramos, más tristeza le llega a él. Tenemos que mandarle nuestra energía positiva", consideró esta bibliotecaria jubilada de 59 años de grandes ojos verdes.
Pero también hay entre los 28.000 habitantes de Sabaneta quienes no comparten el amor por Chávez, aunque le desean "larga vida" como Ramón Vargas, secretario general local del partido tradicional opositor Copei.
"Aquí una gran mayoría estamos incrédulos todavía de la enfermedad del presidente. Con tantas mentiras que ha metido, no se le puede creer, ahorita yo no le creo", afirma.
EFE
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