La tarde de este miércoles, el narcotraficante más importante del Valle del Huallaga en la década de los 90 salió en libertad, tras permanecer 22 años preso.
Demetrio Limonier Chávez Peñaherrera, alias “Vaticano”, fue considerado el mayor narcotraficante del país a fines de la década de 1980 y principios de 1990. Tras cumplir una condena de 22 años de prisión por los delitos de tráfico ilícito de drogas y falsificación de documentos en agravio del Estado en el penal Miguel Castro Castro, en San Juan de Lurigancho, salió en libertad la tarde de este miércoles.
Pero quién es realmente Demetrio Chávez Peñaherrera. Conoce en detalle el perfil de este personaje, quien era definido como el jefe del narcotráfico más importante del Valle del Huallaga y que además tuvo acercamiento con el mismo narcotraficante Pablo Escobar para intercambiar saludos y avionetas con coca.
Actividad delictiva
Nacido el 16 de octubre de 1953 en Saposoa, departamento de San Martín, considerado uno de los mayores centros productores de hoja de coca en el mundo en esa época.
El 4 de septiembre de 1979 fue vinculado a un cargamento de droga, y el Segundo Juzgado de Instrucción de Maynas solicitó su captura. Asimismo, el 7 de mayo de 1981, tras una operación antinarcóticos en el Alto Huallaga, se le vinculó a otro cargamento de droga y fue sindicado de posesión, transporte y comercialización de pasta básica de cocaína.
Según autoridades peruanas para 1983 Chávez trabajaba para la red de narcotraficantes El Vampiro pero se separó de ésta, formó su propia organización y estableció su centro de operaciones en Campañilla.
En 1990, el 24 de julio, “Vaticano”, tras ser alertado, logró fugar luego que la Policía allanara su vivienda, lugar donde incautó 400 kilos de coca.
Fue capturado y dejado en libertad
Chávez Peñaherrera había sido capturado en Perú en 1991, pero extrañamente fue dejado en libertad en un sonado caso que involucró a oficiales del Ejército, Policía y personal del Ministerio de Justicia.
Su detención
En enero de 1993 Demetrio Chávez Peñaherrera fue detenido en Cali, Colombia. Al momento de su detención portaba 60 mil dólares y un millón y medio de pesos colombianos
Para quedar en libertad, el “Vaticano” llegó a ofrecer hasta mil millones de pesos a los oficiales y fiscales que participaron en el allanamiento, para que fuera dejado en libertad. “Mil millones o lo que quieran”, dijo el capo, según contó uno de los agentes secretos.
Condena
La pena original para 'Vaticano' fue de 25 años pero fue reducida a 22. La sustitución de la pena de Chávez Peñaherrera procedió en 2007 y fue adecuada a una de 22 años, la cual fue computada desde el 14 de enero de 1994.
Para el 11 de octubre de 1996, 'Vaticano' fue condenado por los delitos de tráfico ilícito de drogas, daños contra la fe pública y falsificación de documentos en agravio del Estado.
Sus sobrenombres
El narcotraficante Demetrio Limonier Chávez Peñaherrera, alias “Vaticano”, también se hacía llamar “El loco”, “Sadán” o “Al Capone”.
Detalles sobre su vida, por Hugo Coya
A pesar del tiempo transcurrido, grandes enigmas y misterios encierran aún la vida y la trayectoria delictiva de Demetrio Limonier Chávez Peñaherrera, alias “Vaticano”. Según documentos desclasificados del Departamento de Estado y Departamento de Justicia de Estados Unidos, los tentáculos de su imperio se extendieron desde el Valle del Huallaga hasta los barrios más selectos de Lima, Bogotá, Medellín y Cali.
Las autoridades peruanas, colombianas y estadounidenses discreparon siempre acerca del monto de su fortuna, aunque algunas publicaciones norteamericanas la estimaron en mil millones de dólares.
Pero su gran poder no radicaba solamente en su dinero sino en sus múltiples contactos con autoridades civiles y militares, los grandes capos de la droga en Colombia como Pablo Escobar y los hermanos Rodríguez Orejuela, miembros de la alta sociedad peruana y colombiana y conocidas figuras de la farándula.
Mientras numerosas personas cultivaban para él la coca y la transformaban en pasta básica de cocaína en el Valle del Huallaga que sería enviada a Colombia y después Estados Unidos y Europa, “Vaticano”, usando su identidad secreta de próspero empresario, se codeaba con los miembros de la alta sociedad limeña, concurría a las más exclusivas discotecas, paseaba del brazo de las reinas de belleza.
No fueron pocos los artistas más conocidos de ese momento que pugnaban porque los contratara para hacer un espectáculo en Uchiza o Campanilla para animar las fiestas que daba a sus huestes y a los demás pobladores. A cambio, muchos de ellos ganaban en una noche el sueldo de todo un año, de varios años o… de toda una vida.
Presencia constante en las secciones sociales de algunas revistas del corazón, se lucía como un hombre que tenía la capacidad de convertir los centavos en millones de dólares en un abrir y cerrar de ojos. Se convirtió en sinónimo del soltero codiciado que toda madre desea como novio de su hija o mejor aún como esposo.
Aunque su acento delataba su origen provinciano, se comportaba como una persona cosmopolita. Algunos aseguraban que tenía origen extranjero y juraban haberlo visto en lugares diversos al lado de las más grandes figuras del jet set internacional.
Pero él guardaba el gran secreto de su actividad delictiva que, al descubrirse, no sólo sacudió a la alta sociedad sino también golpeó al régimen de Alberto Fujimori y, principalmente, a su asesor presidencial Vladimiro Montesinos.
Así es parte de la controvertida historia del hombre que llegó a ser el mayor narcotraficante del Perú y que lo llevó a estar en la mira de los servicios de inteligencia y las fuerzas armadas de Colombia y Perú, de la DEA, de la CIA e incluso de Sendero Luminoso, al mismo tiempo.
En tiempos del “Chapo” Guzmán, “Vaticano”, quien estuvo a punto de formar el primer cártel peruano de la droga, logra ahora su libertad tras cumplir una condena a 22 años de prisión por narcotráfico. Al igual que ha sido gran parte de su vida, sus planes futuros son todavía una gran incógnita.
(Hugo Coya es periodista y ha escrito el libro Polvo en el Viento, Vaticano: esplendor y miserias de un narcotraficante; Estación Final, entre otros).
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