¿Sabías que de fue protagonista de una masacre? ¿Que estuvo cerca de integrar un club de fútbol? Aquí te damos mayores detalles.
El escocés Andy Murray se ha liberado por fin a sus 26 años de una pesada losa que cargaba desde hacía varios años, la exigencia del público británico de dejar el trofeo de Wimbledon en casa por primera vez desde 1936.
Murray rompió su maldición en la pista central del All England Club el pasado verano al conquistar la medalla olímpica de Londres 2012, pero todavía tenía que volver a ese escenario en el tercer Grand Slam del año y hacerse con uno de los torneos más antiguos del mundo del deporte (esta era la edición número 127).
La victoria sobre el número uno del mundo, el serbio Novak Djokvoic, pone fin para el escocés a decenas de horas en la sala de prensa hablando sobre la presión que sufre cada vez que el Reino Unido se paraliza para verle jugar en la central de Wimbledon.
Después de perder tres semifinales consecutivas en Londres y de haber caído en la final del año pasado ante el suizo Roger Federer, Murray salió esta vez a la pista convencido de que es uno de los grandes, capaz de ganar a cualquiera en un Grand Slam, como ya hizo en el último Abierto de Estados Unidos, donde también derrotó a Djokovic en el último partido.
El resultado de esa convicción es que el escocés ha inscrito su nombre un renglón por debajo del de Fred Perry en la lista de campeones británicos de Wimbledon.
Entre ambos registros han pasado 77 años, todo un desierto para el tenis de las islas, que el domingo recuperó algo de orgullo.
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