Obama desea que EE.UU. organice mundial de fútbol el 2018

A Barack Obama le encantan los desafíos, no en vano a la edad de seis años jugaba al fútbol en una calle de tierra en Yakarta y hoy, cuatro décadas después, es el primer presidente negro de la historia de Estados Unidos.

Los retos deportivos necesitan una buena dosis de atrevimiento. Y éste tampoco le falta a Obama, que vivió de los 6 a los 10 años en Yakarta con su madre, una antropóloga casada en segundas nupcias con un indonesio.

Porque hay que ser muy osado para reconocer, como Obama ha hecho en una carta enviada al presidente de la FIFA, Joseph Blatter, que el fútbol es "el deporte del mundo", en un país donde este deporte sigue siendo minoritario, salvo en la categoría femenina.

Quizás lo ha hecho para contentar a Blatter, pero qué pensarán los aficionados al deporte estadounidenses que en su inmensa mayoría sólo tienen ojos para el reino de las llamadas "tres bes": baloncesto, béisbol y boxeo.

También está el "football", pero es el otro: el americano, el de la "Super Bowl"", el de la audiencias millonarias, capaz de concentrar ante lo televisores a 97,5 millones de espectadores, convencidos de que sólo a eso se le puede llamar "fútbol", aunque es una modalidad afin al rugb, porque al otro se le ha bautizado como "soccer".

Obama, como está haciendo con la candidatura olímpica de Chicago, su ciudad natal, ha decidido apostar también por la organización en Estados Unidos del Mundial de fútbol en 2018 o 2022, en una misiva enviada a Blatter.

"El fútbol es, realmente, el deporte del mundo y la Copa Mundial promueve la camadería y la competencia amistosas en todo el planeta", dice Obama en su carta, según informaron el miércoles "The New York Times" y "The Chicago Tribune".

El comité de ejecutivo de la FIFA tomará la decisión sobre las sedes de los mundiales de 2018 y 2022 en diciembre de 2010.

El balompié nunca ha podido despegar en Estados Unidos, pese al impulso que supuso en 1994 la organización del Mundial y a que se se batió el récord de asistencia a los estadios en este torneo, con un total de 3.587.538 espectadores.

Sólo el femenino crece como la espuma y su selección, con el título olímpico conquistado en Pekín, cerró 2008 al frente de la clasificación FIFA con un balance impresionante: 33 victorias, dos empates y una derrota (frente a Noruega en su primer partido de los Juegos).

Ahora Obama se nos descubre un entusiasta del fútbol, movido por el hecho de que de niño lo practicó en una calle de tierra de Yakarta y de que sus hijas (Malia Ann y Natasha) lo jugaron en Chicago, la ciudad donde comenzó su carrera política.

El fútbol, subraya en la epístola a Blatter, unía a los niños de su barrio. "Como padrem, he visto el mismo espíritu de unidad vibrante en las canchas en las que jugaron mis propias hijas en Chicago".

Con Chicago en plena carrera para organizar los Juegos Olímpicos de 2016, en competencia con Madrid, Río de Janeiro y Tokio, Obama lanza ahora la apuesta por el Mundial de fútbol de 2018 o 2022 en una carta enviada al presidente de la FIFA.

Curiosamente, España, en candidatura conjunta con Portugal, aspira a organizar el Mundial de 2016.

Madrid contra Chicago en la carrera olímpica, España contra Estados Unidos en la pugna por el Mundial de fútbol.

El próximo Mundial se disputará en 2010 en Sudáfrica y el de 2014 está asignado a Brasil. Hay nueve candidaturas para los torneos de 2018 y 2022, algunas procedentes de primeras potencias futbolísticas, como España (con Portugal) e Inglaterra, que albergó y ganó el de 1966.

Si el Mundial vuelve a Europa en el 2018, la candidatura de Estados Unidos para 2022 podría tener muchas posibilidades de éxito, avalada por el "efecto Obama" y por el interés que siempre ha tenido la FIFA en que el fútbol progrese en ese país.

El avance es más lento de lo que la FIFA quisiera, pese a que se ha tratado por todos los medios de acelerarlo con la contratación de estrellas futbolísticas, la última de ellas, el inglés David Beckham, y con campañas de mercadotecnia dirigidas al público latino, más entusiasts del fútbol que de las tres "bes".

Sin embargo, la experiencia del "Spice"boy" en Los Angeles Galaxy ilustra muy bien los obstáculos de relanzar un deporte que tiene su máxima expresión en la Liga de Fútbol Profesional (MLS), por la que han pasado jugadores como el argentino Guillermo Barros Schelotto, el colombiano Juan Pablo Angel y el mexicano Cuauhtémoc Blanco.

Beckham fichó hace dos años por el Galaxy y en la temporada 2007 aumentó un 67 por ciento la audiencia de televisión en sus partidos en relación al resto, si bien un año más tarde el porcentaje bajó al 22 por ciento.

Pero en enero el astro inglés fue cedido temporalmente al Milán. Tenía que regresar a Los Angeles en marzo para la pertura del campeonato de la MLS, pero provocó y obtuvo una prolongación de la estancia en el "calcio" hasta el próximo 30 de junio.

¿La razón? Beckham quiere jugar el Mundial de Sudáfrica y es consciente de que, con el Milán como espejo, tiene muchas más posibilidades de que Fabio Capello cuente con él que si se limita a darle un poco de lustre al "soccer".

De hecho, Capello le ha convocado, y le ha hecho jugar, en los últimos partidos de Inglaterra.

Tal parece que Estados Unidos confía en que el "efecto Obama" influya más que el peso futbolístico del país en la decisión de la FIFA para que el "deporte del mundo" vuelva a tierras americanas.