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Papa: El peligro para la Iglesia es el mal que corrompe a sus miembros

Foto: EFE
Foto: EFE

Benedicto XVI formuló estas declaraciones en la misa que ofició en la basílica de San Pedro en la solemnidad de Pedro y Pablo, patrones de la Iglesia Católica.

Benedicto XVI dijo hoy que el peligro más grave para la Iglesia no está en las persecuciones religiosas, "sino en el mal que corrompe la fe y la vida cristiana de sus miembros".

El Pontífice hizo estas manifestaciones en la misa que ofició en la basílica de San Pedro del Vaticano en la solemnidad de Pedro y Pablo, los patrones de la Iglesia Católica, durante la que impuso el Palio, símbolo de comunión con el Obispo de Roma, a 38 arzobispos, de ellos once iberoamericanos.

El Obispo de Roma afirmó que en los dos mil años de historia de la Iglesia los cristianos han sido sometidos a numerosas pruebas, muchas de ellas auténticas persecuciones, pero que a pesar de ello esos sufrimientos no constituyen el mayor peligro para la Iglesia.

"El daño mayor proviene de todo lo que contamina la fe y la vida cristiana de sus miembros y de sus comunidades", afirmó el Papa, que citó entre esos peligros "que amenazan seriamente a la Iglesia" a la división de los cristianos, la incoherencia y la infidelidad al Evangelio.

También citó como peligros al egoísmo, la vanidad, el orgullo y la codicia y aseguró, citando a san Pablo, que los hombres que hacen daño "no irán muy lejos, ya que su necedad será manifiesta a todos".

El Papa Ratzinger afirmó que el ministerio petrino (el suyo) es garantía de libertad para la Iglesia, respecto a los poderes locales, nacionales o internacionales, "que pueden en ciertos casos obstaculizar la misión eclesial".

"El ministerio petrino es garantía de libertad en el sentido de la plena adhesión a la verdad, a la auténtica tradición, para que el pueblo de Dios se preservado de los errores referentes a la fe a la moral. La comunión con Pedro y sus sucesores es garantía de libertad", subrayó el Papa.

El Pontífice agregó que el Palio, en ese sentido, se convierte en "prensa de libertad".

En esta festividad, Benedicto XVI cumplió con la milenaria tradición de imponer el Palio a los arzobispos nombrados este año, en esta ocasión 38, de ellos tres españoles y ocho latinoamericanos.

Se trata de los españoles Juan José Asenjo Pelegrina, arzobispo de Sevilla; Jesús Sanz Montes, de Oviedo, y Ricardo Blázquez Pérez, de Valladolid.

Los latinoamericanos son Luis Gerardo Cabrera Herrera, arzobispo de Cuenca (Ecuador), los colombianos Ricardo Antonio Tobón Restrepo, de Medellín, y Luis Madrid Merlano, de Nueva Pamplona, y el panameño José Domingo Ulloa Mendieta, de Panamá.

Los otros son los brasileños Antônio Fernando Saburido, de Olinda y Recife, y Alberto Taveira Correa, de Belém do Pará; y los mexicanos Constancio Miranda Weckmann, de Chihuahua, y Carlos Gargias Merlos, de Acapulco.

También impuso el Palio a ocho africanos, cuatro italianos, tres estadounidenses, dos ingleses, un belga, un eslovaco, un checo, un polaco, un eslovaco, un canadiense, un filipino, un indio, un coreano y un vietnamita.

El Palio es una faja de lana blanca, de entre cuatro y seis centímetros de ancho, con seis cruces de seda negra bordadas longitudinalmente. Están confeccionados con la lana de dos corderos.

Al principio era un signo litúrgico exclusivo de los papas, aunque más tarde éstos lo concedieron a los obispos que habían recibido de Roma una especial jurisdicción.

A la ceremonia asistió una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla -encabezada por Gennadio, metropolita (arzobispo) de Sassima, cosecretario de la Comisión Mixta Internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia Católica y la Ortodoxa.

Benedicto XVI volvió a abogar por la unidad de los cristianos y echó la culpa de la división al Diablo.

"Las divisiones son síntomas de la fuerza del pecado, que sigue actuando entre los miembros de la Iglesia", señaló el anciano Pontífice, quien al final de la ceremonia descendió a las Grutas Vaticanas para rezar junto con Gennadio ante la tumba de San Pedro.

Con motivo de esta festividad, la estatua en bronce del apóstol San Pedro existente en la nave central de la basílica vaticana fue recubierta, como ya es tradición, con los paramentos pontificales y le fue colocada en la cabeza una mitra de oro.

Ayer, el Papa anunció en la basílica de San Pablo, donde se encuentran los restos del Apóstol de los Gentiles, la creación de un nuevo Consejo Pontificio para evangelizar de nuevo Occidente. EFE

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