El próximo 8 de noviembre los ciudadanos de Estados Unidos deciden quién será su próximo presidente. La región podría sentir una serie de consecuencias gane Clinton o Trump.
La elección a la presidencia de Estados Unidos de este martes 8 de noviembre se ha convertido en un tema de suma importancia para América Latina. Las propuestas de la candidata demócrata Hillary Clinton y el republicado Donald Trump sobre política exterior y economía muestras enfoques muy distintos para esta parte de la región; sin embargo, el politólogo alemán Andreas Boeckh, profesor emérito de la Universidad de Tübingen, advierte que “ninguno de los dos candidatos es como para que América Latina celebre”.
Un tema espinoso para los republicanos: la inmigración
Cerca de 27 millones de latinos tienen derecho a voto en Estados Unidos, pero solo 13,5 millones se presentarán, según un estudio de la Asociación Nacional de Electos Latinos. Ellos juegan un papel central en esta nación fundada por inmigrantes. El peso electoral de los latinos y el rechazo a la inmigración por parte del sector más conservador del país han obligado a ambos postulantes a plantear medidas orientadas a regularizar la condición legal de los indocumentados.
En agosto de 2015, Trump presentó un plan de inmigración en el que prometió deportar a 11 millones de indocumentados. Dos meses atrás, al anunciar su candidatura, dijo que México enviaba a su país a “violadores” y “criminales”. “Los líderes mexicanos se han estado aprovechando de Estados Unidos al utilizar la inmigración ilegal para exportar el crimen y la pobreza de su propio país”, dijo el multimillonario. Además, consideró que la solución a esta problemática es la construcción de un muro entre la frontera de la primera potencia mundial y México. “México no lo sabe aún, pero pagará el muro al 100%”.
Para Boeckh, las palabras del multimillonario sobre la segunda economía de esta región fueron golpes muy bajos. “Y me temo que su actitud hacia el resto de América Latina, en caso de que tenga alguna, sea muy similar”, dijo en una entrevista con la cadena internacional Deutsche Welle (DW).
Las relaciones diplomáticas: ¿aún prima la idea de “patio trasero”?
Respecto a Clinton, el especialista en América Latina dijo que la ex secretaria de Estado en el primer periodo de la administración Obama (2009-2013) sigue viendo a este subcontinente como un “patio trasero de Estados Unidos”. De hecho, la candidata demócrata ha sido cuestionada por su papel en el golpe de Estado en Honduras ocurrido en 2009 contra el presidente Manuel Zelaya. “Clinton presionó para que se celebraran nuevas elecciones, en vez de impulsar el regreso de Zelaya, a quien ella consideraba un izquierdista problemático”, indicó en agosto pasado el periódico británico The Guardian.
Incluso, en su libro Hard Choices, Clinton escribió: “En los días siguientes [después del golpe] hablé con mis homólogos de todo el hemisferio, incluida la secretaria [Patricia Espinosa] en México. Nosotros establecimos las estrategias de un plan para restaurar el orden en Honduras y garantizar que elecciones libres y limpias se celebren rápidamente y de manera legítima, lo que haría que la cuestión de Zelaya sea irrelevante”.
Los correos electrónicos filtrados desde el servidor privado de Clinton y publicados recientemente por WikiLeaks demuestran que durante ese período, Estados Unidos presionó a la Organización de los Estados Americanos (OEA) para que apoyara las nuevas elecciones e hiciera a Zelaya a un costado. Y después del golpe militar, Honduras se convirtió en el país más violento del mundo y el segundo más pobre del continente americano, pese a que es rico en recursos naturales. De acuerdo con la ONG Cattrachas, desde 2009, 229 personas de la comunidad LGBT han sido asesinadas. Un informe de la Oficina de la ONU contra la Droga y el delito, con cifras de 2012, señalaba que Honduras es el país de América Central con la mayor tasa de homicidios al ubicarse en 90,4 por cada 100,000 habitantes.
“Desde entonces convivimos con la militarización de nuestra sociedad, la violencia extrema y la criminalización de la protesta social. Mi madre quería construir una Honduras mejor, pero esa esperanza murió con el golpe de Estado”, dijo Berta Zúñiga, hija de la prestigiosa activista ambiental Berta Cáceres, quien fue asesinada en marzo pasado. Para Boeckh, una victoria de Clinton no asegura estabilidad y mejores condiciones económicas y sociales para la región. “América Latina no es prioritaria para Estados Unidos”.
¿Proteccionismo o libre comercio?
Trump se ha encargado, con suma eficacia, de colocar el libre comercio en el centro de la campaña electoral. A su juicio, la globalización es dañina para los trabajadores estadounidenses. "El americanismo y no globalismo, es nuestro credo", dijo en julio pasado en el discurso de aceptación de la nominación en la Convención Republicana de Cleveland (Ohio) como postulante a la Presidencia.
El candidato republicano ha propuesto que EE.UU. salga del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TCLAN), que alcanzó con México y Canadá, al cual ha calificado como el "peor de la historia" del país y cree que este acuerdo ha destruido miles de empleos. “Muy pocos estadounidenses están trabajando, muchos trabajos se han enviado al extranjero”, adujo en marzo pasado.
De hecho, desde que se implementó TCLAN, cientos de miles de puestos de trabajo anteriormente localizados en Estados Unidos se han ido a México. Robert Scott, experto del Economic Policy Institute (EPI), estima que la primera economía mundial perdió cerca de 800,000 puestos de trabajo ante México entre 1997 y 2013. La solución de Trump para traer los empleos de vuelta es aumentar los impuestos en 35% sobre los productos provenientes de ese país, volviéndolos más costosos para los compradores estadounidenses.
“Las prioridades económicas de Trump se basan en gran medida en una política proteccionista del comercio, aranceles y mayores impuestos sobre las importaciones de China y otros socios de comercio exterior. También se propone detener la inmigración ilegal como un medio para proteger a los trabajadores en los EEUU”, explica Terry Schilling, director ejecutivo de American Principles Project.
En contraste, su rival Clinton ha prometido impulsar un comercio justo y de largo plazo para promover el desarrollo económico y cerrar la creciente desigualdad en Estados Unidos. “Muchas familias están trabajando cada vez más, pero aun así no salen adelante. Nuestro país está de pie de nuevo, pero aún no está andando de la forma que debiera”, se lee en el documento que concentra sus propuestas económicas.
La ex primera dama pretende fortalecer el crecimiento económico del país con reducción de impuestos a las pymes y a la clase media, en tanto el crecimiento justo se lograría con mayores impuestos a los ricos y el aumento del salario mínimo.
“Clinton seguiría las políticas de Barack Obama, que a su vez son continuación de las políticas de Bill Clinton y George W. Bush de buscar compromisos de libre comercio y acuerdos comerciales con todos los países del mundo”, comenta Raúl Benítez Manaut, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
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