El 1 de noviembre de 2024, el techo de concreto de la recién renovada estación de Novi Sad se desplomó, causando la muerte instantánea de 14 personas. El accidente provocó una de las mayores oleadas de protesta desde las multitudinarias manifestaciones de los años noventa que desembocaron en la caída del exautócrata Slobodan Milosevic en el 2000. Desde entonces, los manifestantes no han dejado de salir a las calles para denunciar la corrupción y exigir justicia.
En silencio y recogimiento, miles de personas cuya ira sigue viva se congregaron este sábado 1 de noviembre, exactamente un año después del derrumbe mortal en la estación de Novi Sad, la segunda ciudad de Serbia, a unos 80 kilómetros de Belgrado, para rendir homenaje a las víctimas.
Algunos manifestantes habían llegado al lugar desde la víspera. A las 11:52, hora local, momento exacto del accidente, guardaron 16 minutos de silencio. Fue a esa hora, el 1 de noviembre de 2024, cuando el techo de concreto de la estación, recién restaurada, se desplomó, matando al instante a 14 personas, entre ellas dos niños.
Dos heridos fallecieron posteriormente, elevando el número de víctimas a 16. Desde temprano en la mañana del sábado, miles de personas se acercaron a la estación para depositar flores y velas frente a la estructura parcialmente destruida, aún marcada por la tragedia.
El derrumbe provocó una de las movilizaciones sociales más grandes en Serbia desde las multitudinarias manifestaciones de los años noventa que pusieron fin al régimen de Slobodan Milosevic en 2000.
El accidente de Novi Sad se transformó en símbolo de la corrupción sistémica que, según los manifestantes, contamina las grandes obras públicas del Gobierno. Para muchos opositores del presidente nacionalista Aleksandar Vucic, en el poder desde hace casi una década, la tragedia encarna el costo humano de un modelo basado en la opacidad y el clientelismo.
Marchas largas, organización horizontal
La estación, inaugurada poco antes del accidente por el propio presidente, había sido renovada por una empresa china. En los días posteriores al derrumbe, el Gobierno minimizó su responsabilidad, asegurando inicialmente que el techo no había sido tocado durante las obras, antes de ofrecer solo respuestas parciales a las exigencias ciudadanas de transparencia y publicación de los documentos del proyecto.
El movimiento de protesta, encabezado por estudiantes y apoyado por ciudadanos de todas las edades, ha mantenido su presencia en las calles durante un año. En este país de los Balcanes, de 6,8 millones de habitantes, la indignación ha desbordado las universidades y los círculos políticos.
Los estudiantes han adoptado como una de sus formas de acción las marchas a pie por todo el país, con el objetivo de llegar a la mayor cantidad posible de pueblos y ciudades para explicar sus demandas y contrarrestar la narrativa de los medios afines al poder, que los acusan de ser “terroristas” financiados por intereses extranjeros.
El movimiento se define como horizontal y sin líderes, una estructura que pretende evitar la cooptación política: los estudiantes de arte diseñan carteles, los de derecho elaboran estrategias jurídicas y los de ingeniería civil intentan determinar las causas técnicas del derrumbe.
Aunque en su mayoría pacíficas, las protestas se han visto salpicadas por episodios de violencia entre partidarios del Gobierno y manifestantes. Cientos de personas fueron arrestadas. La represión ha aumentado hasta el punto en que, a finales de octubre, varios diputados europeos impulsaron una resolución en el Parlamento Europeo que “apoya el derecho de los ciudadanos y estudiantes serbios a manifestarse pacíficamente” y “condena la represión estatal”.
Tres investigaciones abiertas
La comisaria europea de Ampliación, Marta Kos, escribió el sábado en la red social X que la tragedia de Novi Sad está “cambiando a Serbia”.
“Ha impulsado a las masas a movilizarse por la responsabilidad, la libertad de expresión y una democracia inclusiva. Son esos mismos valores los que guiarán a Serbia hacia la Unión Europea”, afirmó la funcionaria, recordando que Belgrado es candidata a la adhesión.
Mientras los manifestantes guardaban silencio en Novi Sad, el presidente Vucic y varios ministros asistían a una ceremonia religiosa en la basílica de San Sava, en Belgrado, junto a miles de simpatizantes que encendieron velas en homenaje a las víctimas.
En un discurso pronunciado la víspera, Vucic ofreció disculpas públicas tras meses de haber acusado a los estudiantes de querer derrocarlo. “He pronunciado palabras de las que me arrepiento”, declaró, antes de llamar al diálogo, sin hacer referencia a las elecciones anticipadas que los manifestantes exigen desde hace meses.
Hasta ahora, se han abierto tres investigaciones: una sobre las causas del accidente, otra a cargo de la fiscalía especializada en crimen organizado y corrupción, que indaga posibles irregularidades millonarias en la renovación de la estación, y una tercera impulsada por la Fiscalía Europea, centrada en el uso de fondos durante la reconstrucción.
En la primera, el ministerio público solicitó en septiembre procesar a 13 personas, entre ellas dos exministros, incluido el de Construcción; pero para los manifestantes el paso es insuficiente. Consideran que la responsabilidad política última recae sobre el presidente Vucic.