Escucha el canal de podcast de Las cosas como son en RPP Player
Distraídos por las maniobras políticas no hemos prestado suficiente atención a la gravedad de los incendios forestales de las últimas semanas.
No se trata solo de las vidas humanas perdidas por el fuego y la contaminación generada por el humo. El problema tampoco se limita a la destrucción de bosques, terrenos de cultivo, áreas protegidas y especies animales y botánicas. Lo más grave es que el fuego que ha consumido miles de hectáreas en cinco regiones pone en evidencia lo poco que hacemos para adaptarnos al calentamiento global.
Desde el año pasado nuestro país está atravesando un período de sequía sin precedentes, que se refleja de manera patética en el nivel de las aguas del río Amazonas. La sequía potencia los incendios que se vuelven incontrolables ante la falta de humedad. Y al mismo tiempo, fallamos en prevenir el origen de los incendios, que en su gran mayoría son causados por agricultores que persisten en quemar los desechos de la cosecha para preparar sus tierras al próximo período de siembra.
Que sea de origen precolombino o introducida por los españoles en el siglo XVI, esa práctica es incompatible con lo que hoy sabemos del impacto de los gases con efecto invernadero. El alcalde de Chachapoyas ha declarado que en su región, algunos de los incendios son provocados de acuerdo a una creencia ancestral destinada a propiciar las lluvias.
Mientras eso sucedía en el terreno, la reacción del Estado ha sido lenta e insuficiente. Aviones de la Fuerza Armada estacionados en Bagua no han podido intervenir a causa la magnitud de la humareda y la alteraciones de los vientos.
¿Tenemos que esperar a que el humo se acerque a Lima para que el Ejecutivo reaccione con energía?
En estos momentos, Sao Paulo, la más grande ciudad de América Latina, ha alcanzado un nivel grave de contaminación a causa de los incendios que han destruido cinco millones de hectáreas en la Amazonía.
No solo nos amenazan los terremotos y el fenómeno El Niño. También los incendios pueden afectar nuestra economía, destruir parte de nuestro patrimonio arqueológico y demostrar la ausencia de un liderazgo político con visión de largo plazo.
Las cosas como son