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Hay países en los que la sociedad y el Estado respetan y celebran a los empresarios que arriesgan su dinero para realizar innovaciones que contribuyen al bienestar de todos. En esos países, los empresarios con frecuencia hacen filantropía y son reconocidos en los textos escolares, en las imágenes de los billetes y en los nombres de las calles.
Hoy lo vemos claramente en Estados Unidos, así como en países europeos y asiáticos en los que se reconoce la contribución de empresarios sobre todo en el campo de las tecnologías digitales. Ese no es el caso en el Perú. Celebramos con razón a héroes, artistas y santos, pero desdichadamente muy poco a empresarios. En su momento la falta de aprecio por la ciencia y la innovación la notó Humboldt durante su estadía en nuestro país.
Y, ¿quién celebra hoy a los empresarios que diseñaron en el siglo XIX la línea ferroviaria más alta del mundo, que mejoraron la calidad del algodón, que construyeron centrales hidroeléctricas y canales de irrigación? ¿No fue acaso Domingo Elías el que creó el colegio Guadalupe y Guillermo Billinghurst el que hizo aprobar leyes a favor de los obreros?
Por eso es importante que aparezcan asociaciones de empresarios como Capitalismo Consciente que ayer organizó en el local de la Universidad ESAN un Foro dedicado al papel de los empresarios en el desarrollo del país. Los participantes asumieron que antes de ser empresarios son ciudadanos, interesados en que las condiciones de vida mejoren para todos. Y reconocen también que el desarrollo requiere de instituciones sólidas y de gobernanza eficiente. Es decir de una vida política apaciguada y para eso se necesitan partidos con planes claros y dirigentes honestos.
Una sociedad de economía abierta no puede funcionar bien si el régimen político no respeta los principios de la democracia. El Foro, al que se asoció el Grupo RPP, convocó a destacados empresarios de sectores como minería, industria y agroexportación que coincidieron en adherir a un aforismo de Martin Luther King. Lo más grave para una sociedad, dijo el Nobel norteamericano, “no es el mal que hacen algunos, sino el silencio de la mayoría”.
Las cosas como son