El congresista Guillermo Bermejo advirtió que su partido está decidido a disolver el Congreso en cuanto se produzca la segunda negativa a la confianza a los gabinetes. Más tarde atizó el odio contra la prensa independiente, a la que acusa de estar al servicio de los enemigos del pueblo.
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Bastaba ver al congresista Guillermo Bermejo exacerbando anoche los odios de una turba en la Plaza San Martín para comprender por qué el miedo se ha convertido en un factor mayor de nuestro ambiente político.
Bermejo debe dar explicaciones a la Justicia sobre sus visitas a los lugares más abyectos de nuestra sociedad: los campamentos del VRAEM, donde en nombre de Sendero Luminoso se enseña a los niños a matar y a seguir las instrucciones de los sicarios del narcotráfico.
Durante el día, Bermejo había advertido que su partido está decidido a disolver el Congreso en cuanto se produzca la segunda negativa a la confianza a los gabinetes propuestos por Pedro Castillo. Y de noche, atizó el odio contra la prensa independiente, a la que acusa de estar al servicio de los enemigos del pueblo.
El miedo y el odio constituyen la peor combinación posible para los ciudadanos y los que tienen la tarea de gestionar los servicios públicos, vencer la pandemia y evitar la destrucción de todos los logros de los últimos veinte años. Las diatribas de Bermejo no solo agravan la desconfianza y la hostilidad. También sabotean los esfuerzos del ministro Pedro Francke para restablecer la confianza y garantizar la seguridad jurídica.
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