En una sentida carta publicada en su cuenta de facebook, Acurio demuestra el profundo dolor por la muerte de Juan Lengua Balbi, su esposa y una de sus hijas en un accidente en Costa Rica.
"Juan Armando era un soñador que llevaba sus sueños a la práctica. No era cocinero pero era uno de los miembros mas respetados de la gastronomía. Y lo era no por sus restaurantes, sino por ser el primero en dar el ejemplo de acción cuando se trataba de hacer de la gastronomía una herramienta de integración social y económica", escribió este viernes el empresario gastronómico Gastón Acurio.
La sentida carta publicada en su cuenta de Facebook demuestra el profundo dolor que embarga a Acurio por la sensible muerte de Juan Lengua Balbi, su esposa Andrea María Raffo y una de sus hijas en un accidente vehicular el jueves 3 de octubre en Costa Rica a donde habían ido a pasar vacaciones.
A continuacion la carta completa:
Juan Armando era un grande entre los grandes
"Era un gran empresario. Y lo era no por sus exitosos negocios. Lo era porque el entendía que ser empresario era un privilegio, un honor y una oportunidad para llevar felicidad, respeto, ilusión y dignidad a aquellos que no tuvieron las oportunidades que el tuvo.
No era cocinero pero era uno de los miembros mas respetados de la gastronomía peruana. Y lo era no por sus hermosos restaurantes. Lo era porque día tras día era el primero en dar el ejemplo de coherencia y acción cuando se trataba de hacer de la gastronomía una herramienta de integración social y económica.
Juan Armando era un soñador. Pero no de aquellos que dejaba sus sueños en el diván. El los llevaba a la practica. Porque Juanito era por sobre todas las cosas un luchador. Un hombre con todas sus letras, que enfrentaba la vida con esa combinación que solo es posible en los grandes hombres. Siempre valiente, corajudo, perseverante, pero siempre, respetuoso, sonriente, noble, sereno: Como los caballeros que por las noches se convierten en héroes.
Juan era un gran amigo, un gran padre, un gran esposo. Por ello, porque Juan vivía blindado de amor, quizás nunca nadie se atrevía a susurrar palabra alguna en su contra. Pero no era un blindaje de amor efímero atraído por la apariencia si no por el amor hondo y sincero que uno va construyendo a lo largo de toda una vida. Por ese amor que uno se va ganando medalla tras medalla.
Juan y su hermosa familia, ya no están más junto a nosotros.
Pero su ejemplo, su sonrisa, sus permanentes palabras de aliento, su amor a la vida, a las personas, al Perú, sus inmensos dones, y su luz, nos acompañarán y servirán de guía en todo este tiempo, hasta que nos volvamos a encontrar. Nos vemos pronto, gran hombre, Juan armando el grande."
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