Perfil | Hugo Viladegut, la voz de RPP Noticias que informa al Perú

5 de la mañana. Empieza el día. Mejor dicho, su día. Aún de noche abandona su hogar para reunirse con la que llama su “amante perfecta”: la radio. Desde 1986, cuando ingresó a Radio Programas del Perú, Hugo Viladegut Bush es la voz que millones escuchan, pero el hombre del que muy pocos hablan. Es el rostro anónimo detrás del dial.

Su metro ochenta y cuatro de estatura combina perfectamente con su estruendosa voz. Las palabras que salen de su boca sobrepasan los decibeles del hombre común. Pareciera que lleva un amplificador natural instalado en la garganta. Pareciera que la cabina tiembla. Busca la entonación perfecta no sólo para transmitir la noticia sino para hacernos sentir parte de ella.

6 de la mañana. Es momento de desayunar. Fruta, un termo con café y una botella de agua salen de la lonchera que su esposa le ha preparado. Además de treinta y nueve años de casado, Hugo es padre de dos hombres y una mujer y también abuelo de un niño.

La luz roja se prende y le avisa que es hora de “entrar al aire”. Entonces prepara la garganta e imposta la voz. La cabina tiembla.

10 de la mañana. 1959. Hugo de 7 años tendrá su primer acercamiento con el mundo de la locución. Aquella mañana en el patio de la escuela Prevocacional 661 en Abancay recitó un poema frente a un micrófono ante los profesores y alumnos. El moderno equipo de sonido, para aquella época, logró capturar su voz con un "rec play" y guardarla en un casete. "Yo estaba temblando de pies a cabeza, yo estaba asustado, pero al mismo tiempo sonreía, por primera vez escuchaba mi voz" dice Hugo mientras se prepara para otra ronda de noticias. La cabina vuelve a temblar.

12 del mediodía. Hugo revisa sus redes sociales y una foto en blanco y negro aparece. Se queda observándola. La nostalgia se hace presente en un suspiro. Es 1969. La imagen muestra a un Hugo de 17 años rodeado de sus colegas en Radio Apurímac. Fue la primera emisora que lo acogió.

¿Qué es ser locutor? “Es tarea de aprendizaje de todos los días. Conocer nuestra voz, administrarla y administrar las emociones, es un trabajo arduo. Acostarse temprano y levantarse temprano es una responsabilidad, significa renunciar a toda vida social, porque luego del sueño viene el trabajo”, dice Hugo acelerando las palabras porque la luz roja se ha vuelto a prender y es hora de volver a informar.

2 y 30 de la tarde. Hugo deja la cabina y la cambia por un aula. Además de locutor de noticias es maestro. Es doctor de grado. Compartió sus conocimientos en la escuela y también lo hizo en la universidad.

"Les dejo a cargo el barco" les dice a los jóvenes locutores quienes tomarán el timón, más bien el micro en las horas que le resta al día. “Como diría Efraín, mi padre: La recompensa es que miles te esperan detrás del parlante; como dice Aurora, mi madre: agradecer a Dios por ser la voz de los sin voz”.

Entonces la cabina dejará de temblar hasta el día siguiente a las 5 de la mañana.