A propósito de la próxima celebración del Día de los Muertos, un hombre de 85 años entona canciones y dedica rezos a las almas que yacen en cementerio Divino Maestro.
Martín Enríquez Alayo es un hombre de 85 años que ha convertido al cementerio Divino Maestro de Chimbote (región Ancash), en el escenario artístico perfecto para demostrar que a través de sus alabanzas puede llevar un poco de paz a los seres que partieron de este mundo.
Siempre acompañado de su inseparable violín desde hace 40 años, Enríquez permanece más de 10 horas al día en este campo santo a la espera de visitantes que lo contraten para entonar sus cantos y oraciones de resurrección a los difuntos, pues- según dice- su mensaje es encomendar a las almas a nuestro Señor Jesucristo para que alcancen el descanso eterno.
Por este trabajo, el “Hombre del violín”, como lo llaman, logra recaudar aproximadamente nueve soles diarios como aporte voluntario de quienes solicitan sus servicios.
“La gente prefiere gastar en otras cosas que no valen la pena, antes que dedicarle una canción de salvación a sus muertos”, señaló.
Ante la llegada del Día de los Muertos, Enríquez cuestiona que algunas personas opten por contratar bandas musicales y libar licor para “homenajear” a sus difuntos, pues considera que un cementerio es una casa de duelo donde no caben los escándalos.
“Si es el día de los difuntos, entonces se debe respetar el dolor que representa en sus familias el hecho que sus seres queridos hayan partido de este mundo”, reflexionó.
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