Columna | El futuro de Fuerza Popular se oscurece

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Es un fenómeno frecuente que una corriente política desaparezca o se reduzca a su mínima expresión como consecuencia de una mala gestión gubernamental. O al menos, de una mala percepción de la opinión pública. Ese fue el triste destino del leguiísmo, que gobernó más tiempo que ningún otro partido en nuestra historia republicana. Y podría ser el del Partido Nacionalista, que llegó al poder el 2011, a pocos años de su fundación. Por cierto en ambos casos, sus fundadores se vieron afectados por graves complicaciones judiciales y Augusto Leguía falleció bajo detención, poco después de su renuncia en 1930.

Algunos observadores afirman que también el futuro de Fuerza Popular se ha oscurecido, aunque no por su gestión de gobierno, sino por su actitud ante la fuerza política que ganó las elecciones del 2016. El congresista Mauricio Mulder, por ejemplo, ha sostenido que el partido liderado por Keiko Fujimori está viviendo un “desmoronamiento político como consecuencia de que la mayoría de ellos no son políticos”. Fuerza Popular ha reaccionado anunciando cambios sobre línea programática y funciones de sus dirigentes.  Tanto el Secretario General, José Chlimper, como el Subsecretario General, Miguel Torres, han puesto sus cargos a la disposición del partido, así como las tres voceras y los dos cuestionados asesores, Ana Herz y Pier Figari.

Úrsula Letona ha precisado también que Fuerza Popular se enfocará desde ahora en las reformas que deben ser impulsadas desde el Congreso. Una primera señal de cambio es la negativa de Fuerza Popular de respaldar al APRA en su voluntad de censurar al Primer Ministro César Villanueva. Sorprende por eso, el retorno del coronel retirado Walter Jibaja, que se hizo conocer por sus twits de amenazas a periodistas: a pocas semanas del fin de sus funciones como responsable de la seguridad del Parlamento, regresa ahora como asesor de la Bancada. Aunque desde ya, algún dirigente fujimorista ha concedido que su contratación podría ser revisada.

La política judicializada

Desde el estallido del escándalo Lava Jato, el tema político se ha vuelto inseparable de las vicisitudes judiciales. Por eso renunció Pedro Pablo Kuczynski y por eso estuvieron en prisión Ollanta Humala y su cónyuge. Este miércoles será un día clave puesto que una vez más, el juez Richard Concepción Carhuancho deberá decidir si acepta la demanda fiscal de imponer 36 meses de prisión preventiva a Keiko Fujimori y otros dirigentes de Fuerza Popular.

Si algo ha quedado claro durante los últimos meses es que necesitamos urgentemente instituciones judiciales confiables e imparciales. Nada es más dañino para la sociedad y la economía que ver a jueces en contubernio con delincuentes y a fiscales manteniendo disputas al borde del abismo. Cuando está en juego la libertad de personas y el debido respeto a sus familias, es indispensable saber que las autoridades encarnan los valores que dan sentido a nuestra República.

Italia ante la Unión Europea

Cuando hayamos superado el actual clima de crispación exacerbada en torno a personas, podremos poner nuestras energías en reformar nuestro país y derrotar a sus enemigos de siempre: el populismo, la improvisación, el saqueo de los recursos públicos, la impunidad. Veamos el caso de Italia, la tercera economía de la zona euro, cuyo presupuesto, en una decisión sin precedentes, ha sido rechazado por la Comisión Europea.

¿Puede un país con 132% de deuda, presentar un presupuesto con 2.4% de déficit que  reduce los impuestos, sube las ayudas sociales y baja la edad de la jubilación? “Es el presupuesto del pueblo”, afirman los dirigentes de la coalición entre los ultraderechistas de Liga del Norte y los populistas del Movimiento Cinco Estrellas. Italia no ha convencido a sus socios de la Unión Europea, obligada a ver más allá del corto plazo en que se mueven sus dirigentes populistas.

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