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Al igual que los cafés y la Ópera, los puestos de venta de salchichas representan el modo de vida vienés. Pero ante el riesgo de desaparición, la capital austríaca ha decidido pedir la protección de la Unesco.
"Cruzamos los dedos para lograrlo", explica a AFP Patrick Tondl, uno de los fundadores de la asociación que acaba de presentar la candidatura a la lista de patrimonio cultural inmaterial de esta agencia de Naciones Unidas, con el apoyo del alcalde de Viena, Michael Ludwig.
Tondl es el dueño del puesto más antiguo de la ciudad, abierto en 1928. Su "Würstelstand", como se conoce a estos negocios en alemán, propone de día como de noche salchichas en una pequeña bandeja de cartón, con una rodaja de pan, mostaza y un poco de rábano.
La clientela se mantiene, pero el número de puestos de salchichas se redujo en los diez últimos años. Más de un centenar se reconvirtieron y ahora proponen pizzas, kebabs, hamburguesas y platos asiáticos, según detalla la Cámara de Comercio local.