En la mayoría de los estados de Estados Unidos, jugar a la lotería es una práctica común que millones de personas asocian con la esperanza de un cambio radical en sus vidas. Juegos como el Powerball y el Mega Millions se han vuelto parte del imaginario colectivo, con sorteos multimillonarios que generan gran expectativa a nivel nacional. Sin embargo, no todos los rincones del país participan de esta fiebre de la suerte: cinco estados mantienen una postura firme contra este tipo de apuestas.
Alabama, Alaska, Hawái, Nevada y Utah son los únicos estados que prohíben la venta de boletos de lotería en sus territorios. Cada uno lo hace por motivos distintos, aunque con un mismo objetivo: proteger a sus comunidades.
En Alabama y Utah, las preocupaciones se centran en los posibles efectos negativos sobre las familias de bajos ingresos. “No podemos fomentar un sistema que aliente a la gente a apostar el dinero que necesitan para vivir”, señalaron legisladores estatales. En Alaska, por su parte, se busca proteger a las comunidades rurales con menos acceso a recursos. Hawái teme que la lotería afecte su imagen como destino turístico, mientras que Nevada protege su lucrativa industria de casinos al evitar la competencia directa.
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El Powerball, que se juega en 45 estados y territorios, sigue siendo uno de los sorteos más populares del país. Con sorteos tres veces por semana y premios que pueden superar los mil millones de dólares, su dinámica es sencilla y atractiva.
Aun así, para los residentes de los cinco estados donde está prohibido, participar en Powerball solo es posible si cruzan fronteras estatales. Mientras tanto, los debates sobre legalizar o no este tipo de juegos continúan, enfrentando posturas económicas, culturales y sociales profundamente arraigadas.