Ganar la lotería es el sueño de muchos, pero ¿qué sucede cuando el afortunado es un menor de edad? En Estados Unidos, cada estado tiene sus propias leyes sobre quién puede comprar boletos de lotería y cobrar los premios. En la mayoría de los estados, es necesario tener al menos 18 años para comprar un boleto y reclamar un premio; sin embargo, si un menor gana la lotería, puede acceder al dinero, aunque de manera indirecta.
Las leyes estatales establecen diferentes procedimientos para manejar el dinero ganado por un menor, generalmente a través de una custodia legal o un fideicomiso hasta que alcance la mayoría de edad.
Cuando un menor de edad gana la lotería, el proceso puede volverse complejo. En muchos casos, el premio se entrega a los padres o tutores legales del menor, quienes deben administrar el dinero en su nombre.
Para garantizar que el premio se destine al bienestar del menor, algunos estados requieren que los fondos sean colocados en una cuenta fiduciaria, donde permanecen hasta que el joven cumple 18 o 21 años, dependiendo del estado. Además, algunos estados aplican restricciones sobre cómo los tutores pueden manejar los fondos, asegurando que el dinero sea protegido hasta que el menor tenga la capacidad legal de decidir cómo utilizarlo.
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Responsabilidades y restricciones para el manejo del premio
Ganar la lotería siendo menor de edad no significa acceso inmediato a una gran fortuna. Aunque el premio sea de un monto millonario, las leyes están diseñadas para proteger los intereses del menor, evitando el uso irresponsable del dinero. Dependiendo del estado, los tutores legales pueden tener la obligación de justificar el uso de los fondos, los cuales solo pueden ser empleados para el beneficio del menor, cubriendo gastos educativos, médicos, o cualquier necesidad prioritaria.
Al cumplir la mayoría de edad, el ganador finalmente obtiene pleno acceso a los fondos, aunque en algunos estados se recomienda recibir asesoría financiera para administrar adecuadamente la suma ganada.
En casos excepcionales, algunos estados permiten que el menor reciba el premio en anualidades, evitando la entrega de una cantidad grande de dinero de una sola vez. Ganar la lotería siendo menor de edad es, sin duda, un giro inesperado que implica responsabilidades tanto para el joven como para sus tutores, marcando el inicio de una gestión cuidadosa de su fortuna.
Créditos: Canal 1 | @canal1col