Las monedas coloniales son aquellas que circularon en América del Norte antes de la creación oficial de la Casa de la Moneda de Estados Unidos en 1792. Estas piezas fueron acuñadas por colonias británicas, gobiernos locales, comerciantes e incluso bancos privados. Cada moneda colonial refleja una época, una región y una historia particular.
Debido a su rareza y valor histórico, estas monedas son altamente apreciadas por coleccionistas. Algunas fueron hechas de cobre, otras de plata, e incluso existen piezas de oro. Sus diseños pueden incluir símbolos coloniales, escudos, frases latinas o imágenes que reflejan la identidad de cada comunidad que las emitía. Tener una de ellas es poseer un fragmento tangible del nacimiento del país.
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Cómo se coleccionan las monedas coloniales
El primer paso para coleccionar monedas coloniales es conocer los distintos tipos disponibles. Algunas de las más conocidas son los “Massachusetts Cents”, el “Fugio Cent” (la primera moneda autorizada por el Congreso Continental), y piezas de Nueva Jersey, Connecticut o Vermont. Cada una tiene características únicas, tanto en peso como en diseño, que determinan su valor en el mercado.
Dado que estas monedas suelen tener más de 200 años, es fundamental evaluar su autenticidad. Muchas falsificaciones circulan entre vendedores no certificados. Por eso, lo ideal es comprar solo a distribuidores numismáticos registrados o adquirir monedas ya certificadas por entidades como PCGS o NGC, que verifican su autenticidad y grado de conservación.
El estado de la moneda también afecta su precio. Una moneda colonial en “Very Fine” (VF) o “Extremely Fine” (XF) puede valer cientos o miles de dólares, mientras que una muy desgastada podría costar mucho menos, pero aún tener valor histórico. Algunos coleccionistas se enfocan en una sola colonia, mientras otros buscan reunir ejemplos de cada tipo conocido.
Para conservarlas, se recomienda almacenarlas en cápsulas acrílicas o álbumes sin PVC. Evita limpiarlas, ya que eso puede disminuir su valor significativamente. Además, es útil llevar un registro con la historia, procedencia y precio de compra de cada pieza.