El Flying Eagle, un centavo estadounidense creado en la segunda mitad del siglo XIX, se ha convertido en una joya para coleccionistas de monedas por su escasa circulación y valor histórico. Aunque inicialmente diseñado como una moneda de uso común, hoy puede alcanzar precios exorbitantes en las subastas más prestigiosas.
Acuñada entre 1857 y 1858, esta moneda es reconocida por su distintivo diseño de un águila en vuelo en el anverso, obra del grabador James B. Longacre, y su denominación rodeada por una corona en el reverso. La producción limitada y su corta vida en circulación la convierten en una pieza codiciada, tanto por su historia como por su exclusividad.
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El diseño y los ejemplares más valiosos
Entre los coleccionistas, los ejemplares de 1856 tienen un estatus especial. Estas monedas, conocidas como Snow-3, fueron las primeras en fabricarse, pero no se pusieron en circulación hasta 1857. Su alta calidad y rareza las convierten en las más deseadas. Según el portal Heritage Auctions, uno de estos centavos alcanzó los U$D 240 000 en una subasta realizada en 2020, marcando un récord para esta serie.
Pero no solo las piezas de 1856 han destacado. Otros ejemplares de la serie Flying Eagle también han logrado cifras significativas:
- 1858 con letras pequeñas: vendida por U$D 87 400.
- 1858/7 (variante de sobrefecha): vendida por U$D 75 025.
- 1858 con letras grandes: vendida por U$D 57 500.
- 1857 estándar: vendida por U$D 43 125.
La historia detrás de su creación
El Flying Eagle fue diseñado para sustituir a las monedas de gran tamaño que se usaban en Estados Unidos hasta mediados del siglo XIX. Con una composición de cobre y níquel, se esperaba que su tamaño más práctico y diseño atractivo facilitaran su aceptación. Sin embargo, problemas técnicos en su acuñación llevaron a que su producción fuera descontinuada rápidamente, dejando como legado una de las monedas más emblemáticas de la numismática estadounidense.
La razón del valor de estas monedas
La rareza y el estado de conservación son factores clave en el valor de estas piezas. Los expertos en numismática buscan ejemplares con detalles claros en el diseño, especialmente en el águila en vuelo, así como signos mínimos de desgaste. Las variantes, como la sobrefecha 1858/7, también incrementan el interés de los coleccionistas.
El Flying Eagle no solo es un testimonio de la historia monetaria de los Estados Unidos, sino también una inversión valiosa para quienes buscan piezas únicas. Su valor en el mercado de subastas sigue en ascenso, reafirmando su lugar como una de las monedas más emblemáticas y deseadas en la numismática mundial.
Créditos vídeo: YouTube | @coleccionistasporelmundo.