La ciudad de Alaska que es considerada una pequeña Rusia

Sitka, en Alaska, destaca por su herencia rusa, arquitectura y belleza natural, siendo llamada "la Rusia de América".

Sitka en Alaska: El censo actual indica que en la ciudad viven aproximadamente 8 200 personas.
Sitka en Alaska: El censo actual indica que en la ciudad viven aproximadamente 8 200 personas.
Ilustración

Dentro del diverso mosaico cultural de Estados Unidos, existen lugares que sorprenden por su estrecha conexión con otras naciones. Tal es el caso de Sitka, una pintoresca ciudad en Alaska que ha sido reconocida por su fuerte influencia rusa, lo que le ha valido el apodo de “la Rusia de América”.

El prestigioso medio Condé Nast Traveler incluyó recientemente a Sitka en su lista de las 50 ciudades más bellas del mundo. Esta mención se debe tanto a sus paisajes naturales como a su rica historia. El portal Travel Alaska también destaca a Sitka por su singular herencia, marcadamente influenciada por la presencia rusa en el siglo XIX.

Los registros históricos indican que misioneros rusos construyeron en Sitka la primera iglesia ortodoxa del continente norteamericano. En este templo también se encuentra la tumba de la princesa Maksoutoff, esposa del último gobernador ruso antes de que el territorio fuera vendido a Estados Unidos en 1867.

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Lo que puedes hacer en la "Rusia de América"

Hoy en día, Sitka tiene una población cercana a los 8 200 habitantes, según datos recientes de la Oficina del Censo de Estados Unidos. A pesar de su tamaño, la ciudad ofrece una variedad de atractivos que combinan naturaleza, cultura nativa y legado europeo, convirtiéndola en un destino ideal para quienes buscan experiencias únicas. 

Se recomienda al menos siete actividades esenciales al visitar Sitka:

  • Explorar el Parque Histórico Nacional
  • Disfrutar de festivales locales
  • Recorrer museos
  • Observar águilas en libertad
  • Conocer más sobre las tradiciones indígenas
  • Pasear por el Bosque Nacional Tongass
  • Descubrir la huella rusa en su arquitectura y costumbres. 

Sitka no solo es un lugar lleno de historia, sino también un rincón del país que conecta dos mundos: la naturaleza indómita de Alaska y la elegancia cultural heredada del Imperio ruso. Un destino que parece detenido en el tiempo, pero que sigue muy vivo.

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