Existe un billete que, aunque a simple vista podría parecer uno más entre tantos, es una joya histórica por la que algunos pagarían fortunas. Se trata de una edición del billete de 50 dólares del Tesoro de 1891, considerado una de las piezas más codiciadas en la numismática estadounidense. Su valor actual en el mercado de coleccionistas puede superar los U$D 600 000.
Más allá del monto, lo que vuelve única a esta pieza es su escasez. Aunque originalmente se imprimieron 80 000 billetes, solo se distribuyeron 23 500. Hoy, según el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, apenas existen unos 25 ejemplares; y de ellos, solo 15 están en manos privadas. Los demás se encuentran en archivos gubernamentales o museos, como el American Numismatic Association (ANA).
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La historia detrás de una rareza numismática
El billete pertenece a una serie conocida como "Treasury Note", emitida a fines del siglo XIX. Esta edición particular se distingue no solo por su escasa circulación, sino también por su diseño. Al centro de la pieza figura William Henry Seward, ex Secretario de Estado y pieza clave en la compra de Alaska en 1867. Su imagen no es casual: representa decisiones históricas que en su tiempo fueron incomprendidas, pero que hoy se consideran visionarias.
Además de su valor simbólico, el billete posee características físicas que lo hacen aún más exclusivo: un número de serie breve (“B7”), una estrella decorativa y un sello rojo del Tesoro. Todos estos elementos lo convierten en una auténtica joya para coleccionistas que saben distinguir entre una simple curiosidad y un objeto de culto.
El estado de conservación eleva su precio
No basta con tener uno de estos billetes, puesto que su condición influye drásticamente en el precio. Algunos ejemplares han sido calificados con la certificación “Gem New 65 PPQ”, una de las más altas en el mundo de la numismática. Esta calificación implica que el billete no muestra signos de desgaste, tiene bordes amplios y está perfectamente centrado. Su conservación impecable sugiere que nunca fue usado como medio de pago, sino resguardado desde su emisión.
Para los coleccionistas más rigurosos, este tipo de piezas representa una inversión con sentido histórico. No se trata solo de poseer un objeto raro, sino de adquirir parte del legado económico de una nación.
Un mercado pequeño, pero intenso
Otra razón por la que su precio continúa en ascenso es la dinámica del mercado. Nunca se imprimieron versiones en 1890, lo que convierte al ejemplar de 1891 en un billete aún más singular dentro de su categoría. La oferta ha sido limitada desde el inicio, y la demanda —por parte de museos, coleccionistas y casas de subasta— no deja de crecer. Así, lo que alguna vez fue un simple billete de U$D 50, hoy representa una fortuna para quien lo posea.
Créditos vídeo: YouTube | @BetoCoin.