A principios de los años 80, unos años después de graduarse de la universidad, Roy Cockrum intentaba triunfar como actor en Nueva York. El artista se las arreglaba para ejercer su carrera, cobraba U$D 40 por actuación por dos papeles secundarios en la comedia de Broadway Vampire Lesbians of Sodom.
Para pagar el alquiler, Cockrum reunía dinero extra revisando documentos financieros a las dos de la mañana. Factores de riesgo, márgenes operativos y balances de cuenta le rondaban la cabeza sin cesar. El hombre estuvo así durante décadas, hasta que el 2014, a los 58 años, Cockrum ganó el juego de lotería Powerball de Estados Unidos y recibió un cheque de una suma global de U$D 153 millones.
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Fundación para ayudar a sus colegas
En lugar de gastar todo el dinero en sí mismo, el actor decidió tomar la mitad de sus ganancias después de impuestos, y crear una fundación dedicada exclusivamente a ayudar a los teatros sin fines de lucro de Estados Unidos. Cockrum se puso en contacto con Benita Hofstetter Koman, una consultora teatral de Washington, a quien conocía desde que ambos eran aprendices de actuación en Louisville. "Creo que tengo una muy buena idea ¿Podrías venir a Tennessee mañana? Te enviaré un avión", escribió el ganador de la lotería.
Desde esa fecha, su dinero y apoyo inspiran proyectos de artes escénicas de talla mundial, independientemente de su capacidad para ganar dinero o encontrar grandes audiencias.
Ganadores filántropos
En la comunidad selecta de personas que han ganado más de U$D 100 millones jugando a la lotería Powerball (hay 95 de ellos), más del 10% ha formado fundaciones, según un análisis realizado por el Chronicle . Estas organizaciones financian todo tipo de proyectos, desde investigaciones médicas hasta becas universitarias para estudiantes de bajos ingresos.
Créditos: YouTube | @knoxnews