La ofensiva militar ordenada por Donald Trump contra las principales instalaciones nucleares de Irán ha desatado una nueva ola de tensión geopolítica. Con el ataque a los complejos de Fordow, Natanz e Isfahán, se abrió un nuevo capítulo en el conflicto entre Irán y Estados Unidos, elevando el temor a una respuesta directa y devastadora.
La operación, ejecutada con bombarderos B-2 y misiles de precisión, fue justificada por Trump como una medida preventiva frente al avance del programa nuclear iraní, que —según su gobierno— representa una amenaza directa para la seguridad global. Sin embargo, la comunidad internacional teme una escalada militar que podría involucrar a múltiples actores y comprometer tratados internacionales clave.
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Irán amenaza con ataques a personal y bases estadounidenses
La reacción de Teherán no se hizo esperar. A través de los medios estatales, se anunció que “todo ciudadano o militar estadounidense en la región es ahora un objetivo”. Esta declaración, recogida por The Washington Post, refuerza la posibilidad de represalias directas. El ministro de Defensa iraní, Aziz Nasirzadeh, advirtió el 11 de junio que todas las bases de EE.UU. están al alcance de sus misiles.
Las bases más vulnerables de EE.UU. en Medio Oriente
Según el Washington Post, Irán podría enfocar su respuesta en instalaciones clave como la base aérea Al-Asad, ubicada a 240 kilómetros al oeste de Bagdad. Esta base, operada conjuntamente por tropas iraquíes y estadounidenses, alberga a miles de militares y constituye uno de los principales puntos de presencia de EE.UU. en suelo iraquí.
Otro de los posibles objetivos es la Actividad de Apoyo Naval en Bahréin, sede de la Quinta Flota estadounidense. Allí operan aproximadamente 8 300 marinos, lo que la convierte en una de las instalaciones más importantes del Pentágono en el Golfo Pérsico. Su rol estratégico la vuelve especialmente vulnerable ante ataques coordinados.
En Catar, la base aérea Al-Udeid también figura entre los blancos potenciales. Ubicada a 32 kilómetros al suroeste de Doha, esta base es propiedad catarí, pero funciona como un centro neurálgico del Comando Central de EE.UU., con capacidad para más de 10 000 soldados. Su papel como puesto de mando avanzado la convierte en uno de los objetivos prioritarios para Irán.
La escalada podría comprometer la estabilidad regional
La posibilidad de ataques a estas bases no solo pondría en riesgo a miles de efectivos, sino que también podría desencadenar una reacción en cadena con consecuencias imprevisibles para la región. La ruptura de los tratados de no proliferación nuclear y la involucración de países aliados son escenarios que ahora se consideran plausibles.
Mientras se espera una respuesta oficial por parte de Washington, la comunidad internacional observa con preocupación la evolución del conflicto. Las próximas horas serán decisivas para determinar si se trata de un episodio aislado o del inicio de una confrontación directa de mayores proporciones.
