Tras una serie de manifestaciones en Los Ángeles provocadas por las recientes redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), el gobierno estadounidense implementó nuevas normas para el despliegue de marines. Estas medidas buscan definir cómo deben intervenir las fuerzas armadas en protestas dentro del país sin vulnerar los derechos de los ciudadanos.
El presidente Donald Trump autorizó el envío de unos 700 marines al área metropolitana de Los Ángeles con el objetivo de resguardar propiedades y personal federal. Esta operación, supervisada por el Comando Norte de Estados Unidos, tiene como prioridad proteger a los agentes federales de inmigración durante su labor en medio de la creciente tensión social.
Según información de un medio local, estos efectivos recibieron formación en manejo de multitudes, desescalada de conflictos y normas permanentes sobre el uso de la fuerza. Estas capacitaciones buscan minimizar enfrentamientos innecesarios y evitar un uso excesivo de la violencia durante su presencia en la ciudad.
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¿Cuáles son las reglas que deben seguir los marines durante las protestas?
Las órdenes emitidas a los marines icluyen lo siguiente:
- Autorización para detener temporalmente a civiles si existe un riesgo inminente de agresión o daño a la propiedad
- Actuar siempre con prudencia y evitar cualquier provocación
- No llevar gas lacrimógeno y contar con protección como cascos, escudos y máscaras antigás.
Documentos preliminares a los que accedió un medio revelan que los marines deberán tomar decisiones rápidas ante escenarios donde esté en peligro la integridad de un agente federal. Asimismo, los disparos de advertencia estarán totalmente prohibidos y solo podrán responder con fuerza si es estrictamente en defensa propia.
Estas nuevas reglas reflejan el esfuerzo del Pentágono por establecer límites claros en el uso de la fuerza por parte de militares en suelo estadounidense. Sin embargo, su presencia sigue generando debate entre defensores de derechos civiles, quienes temen que la militarización de las protestas pueda escalar la tensión en lugar de reducirla.