Toda persona que busca emigrar de su país tiene como principal objetivo buscar nuevas y mejores oportunidades. Ismael Hernández Chirino es un joven cubano con una historia de superación y pasión por los cielos, que ha relatado su increíble viaje de escape de Cuba en un ala delta motorizada en condiciones precarias.
Tras graduarse del colegio, Ismael se unió a la misión marítima de las tropas guardafronteras de Cuba, donde casi aprendió a volar estas aeronaves. "Nos encargábamos de vigilancia costera, era un sueño hecho realidad", comenta Ismael. Este programa piloto del gobierno cubano pretendía utilizar pequeñas aeronaves para labores de vigilancia, un trabajo que Ismael disfrutó enormemente, recordando que desde pequeño siempre soñó con volar.
Sin embargo, los recortes presupuestarios limitaron su sueño, y terminó trabajando como taxista para turistas en La Habana. Fue en este empleo donde conoció a un amigo involucrado en un nuevo programa del Club de Aviación que buscaba fomentar el turismo utilizando las mismas alas delta motorizadas. Aunque no estaba en la lista oficial del programa, su experiencia previa le permitió integrarse rápidamente al equipo de pilotos.
La crisis económica en Cuba, sin embargo, amenazó también este nuevo proyecto. Con la vigilancia de las naves cada vez más descuidada, Ismael y su amigo tomaron una decisión radical: escapar de Cuba. Modificaron el planeador, consiguieron combustible y despegaron al amanecer desde una casa alquilada cerca de La Habana.
Créditos del video: Youtube | FRANCE 24 Español
Durante su vuelo, de casi dos horas, Ismael enfrentó numerosos desafíos. Volando sobre el estrecho de Florida, rogaba que la ala de tela del planeador no se desgarrara. Finalmente, avistaron Cayo Hueso, el punto más al sur de Estados Unidos, y se dirigieron al aeropuerto internacional sin lograr comunicarse con las autoridades aéreas. "Hice el acercamiento final y la libré porque estaba bastante complicado", expresó Ismael, sorprendido por haber logrado algo casi imposible.
Al aterrizar, la suspensión del planeador se rompió y quedó atravesado en la mitad de la pista, lo que provocó la llegada de bomberos y agentes fronterizos. Ismael y su amigo fueron detenidos y pasaron seis meses en un centro de detención migratoria. El Club de Aviación de Cuba condenó la acción, calificándola de "violación clara al espacio aéreo cubano" y exigiendo la devolución de la aeronave.
Ahora Ismael vive en Tampa con su novia, esperando solucionar sus trámites para comenzar a trabajar. Con los ojos aún puestos en el aire, busca oportunidades en la aviación, recordando la liberadora sensación de volar. "Volar te da un punto de vista distinto, te hace sentir que no hay problema que no tenga solución", concluyó.