Louis Zamperini, hijo de inmigrantes italianos, creció en Los Ángeles, Estados Unidos, fue en ese lugar donde su pasión por el atletismo inició. Desde el colegio, el joven mostró condiciones para ser un atleta, fue así que años después clasificó a los Juegos Olímpicos de 1936, realizada en la Alemania bajo el régimen de Adolf Hitler.
El ciudadano estadounidense se convirtió en ese entonces en el atleta más joven en asistir a unos Juegos Olímpicos con 19 años y 178 días. Cuando entró a la villa olímpica y le tocó competir habitación con Jesse Owens, el atleta afroamericano que sería la gran estrella de aquel evento olímpico, el joven no imaginaba que días depués sería felicitado por un inesperado personaje.
Zamperini compitió en los 2 000 metro planos, si bien quedó muy lejos del grupo que compitió por el podio, el atleta impactó a todos en la última vuelta, donde marcó 56 segundos. Así pasó de estar en los últimos lugares a llegar octavo, un esfuerzo que levantó al estadio y generó la admiración de Hitler, quién le estrechó la mano por su participación.
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Prisionero de guerra
Louis Zamperini nunca imaginó que Hitler sería el responsable de los mayores pesares de su vida. Un año antes de la cita olímpica, el dictador alemán dio la orden de invadir Polonia y la vida del atleta olímpico. El joven decidió enlistarse voluntariamente en la Fuerza Aérea de Estados Unidos, pero no imaginaba las peripecias que atravesaría.
Durante un rescate a un bombardero perdido cerca de Japón, uno de los motores del avión falló y el aterrizaje forzoso en medio del océano hizo que sólo sobrevivieran tres de los 11 tripulantes. Uno de ellos, Zamperini, durante 47 días, él y sus compañeros se debatieron entre la vida y la muerte, hasta que fueron interceptados por la Marina Imperial Japonesa.
Desde ese momento, empezó la pesadilla del atleta, un oficial nipón supo del pasado olímpico de Zamperini y lo torturó constantemente para humillarlo. A pesar de los castigos, el estadounidense ni siquiera aceptó grabar un mensaje propagandístico para la radio, a cambio de beneficios en su encierro.
Fueron tales las vejaciones recibidas que, en Estados Unidos lo dieron por muerto en 1944. Sin embargo, el otrora corredor no se rindió, hasta que en 2025, tras la rendición de Japón, Louis fue rescatado y reconocido como héroe de guerra por el presidente Franklin Roosevelt.
Reconocimiento en las Olimpiadas
Luego de que su historia fuera difundida por todo el mundo, en 1984, durante los Juegos Olímpicos de Los Angeles, el hombre fue relevista de la antorcha olímpica, experiencia que repitió en Atlanta 1996. Pero nada significó tanto, para él, cuando volvió a Japón y corrió por sus calles durante la previa de los Juegos de invierno de Nagano, en 1998, cuando tenía 81 años. “No me considero un héroe, sino un superviviente agradecido”, declaró a la prensa.
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