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Willem Dafoe ha construido una carrera sólida interpretando personajes intensos y multifacéticos, desde películas independientes hasta grandes producciones de Hollywood. Sin embargo, pocos conocen que su primera experiencia cinematográfica terminó abruptamente. El debut del actor en La puerta del cielo (1980), dirigida por Michael Cimino, fue tan breve como insólito: una simple risa fue suficiente para que lo echaran del set.
En una entrevista radiofónica, Dafoe relató que, tras pasar ocho horas con vestuario y maquillaje completo sin rodar, se rió de un chiste contado entre compañeros. “Estábamos sentados en el equipo de iluminación, solo viendo cómo estaba la luz. Me reí bastante alto. Cimino se dio vuelta y dijo: ‘Willem, sal’”, recordó. El director no toleró la distracción, y así, el actor fue apartado del rodaje, que se extendió por ocho meses. Dafoe solo duró tres.
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El desastre de una superproducción
La puerta del cielo es recordada como una de las películas más problemáticas de la historia del cine. Con una duración cercana a las cuatro horas, un presupuesto que rondó los 44 millones de dólares y una recaudación de apenas 3 millones, el filme fue un golpe fatal para United Artists, la productora detrás de éxitos como Apocalypse Now (1979). A pesar de su fracaso inicial, la película ha sido revalorizada con los años por su estética visual y ambición narrativa. No obstante, su accidentado rodaje sigue siendo una lección sobre los excesos del cine de autor.
Como dijo Dafoe, “me reí”, pero esa risa marcó el inicio —y el abrupto final— de su participación en una de las mayores catástrofes cinematográficas de todos los tiempos.