El Seguro Social es una de las principales fuentes de apoyo financiero para los trabajadores en Estados Unidos, proporcionando beneficios tanto en vida como en caso de fallecimiento. Cuando una persona fallece, los beneficios de Seguro Social suelen ser distribuidos a sus dependientes, como cónyuge e hijos, a través de pagos de sobrevivientes. Sin embargo, surge la pregunta de qué sucede con esos beneficios si una persona muere sin tener familiares directos que puedan reclamar los pagos.
Si una persona fallece sin tener cónyuge, hijos, ni otros familiares que califiquen para recibir beneficios de sobrevivientes, los pagos que esta persona hizo al sistema de Seguro Social a lo largo de su vida no se devuelven ni se heredan. Los fondos que contribuyó permanecen en el sistema y se utilizan para financiar los beneficios de otras personas que reciben ayuda a través del programa, garantizando la sostenibilidad del sistema a largo plazo.
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¿Qué sucede con tus aportes al Seguro Social?
A lo largo de su vida laboral, los trabajadores realizan aportes al sistema de Seguro Social a través de impuestos, los cuales les otorgan créditos para beneficios futuros de jubilación, discapacidad o sobrevivencia.
Si falleces y no tienes familiares que puedan reclamar tus beneficios, el dinero que contribuiste no se pierde en términos de impacto en la sociedad. En cambio, estos fondos contribuyen al bienestar de otras personas que sí califican para recibir pagos, como aquellos que dependen de los beneficios por incapacidad o los sobrevivientes de otros trabajadores fallecidos.
Es importante destacar que el Seguro Social no es un fondo personal de ahorros, sino un programa de beneficios sociales diseñado para proporcionar apoyo financiero a toda la población. Por lo tanto, incluso si una persona fallece sin beneficiarios directos, su contribución sigue siendo valiosa al sostener a otros dentro del sistema.
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