En el hermético y controlado régimen de Corea del Norte, los científicos nucleares enfrentan una realidad desalentadora que contradice la percepción generalizada de privilegio y poder. Según un análisis detallado realizado por Robert Collins, un experto estadounidense en la península de Corea con sede en Washington DC, estos profesionales son prácticamente "esclavos de la bomba", cuyas vidas están rigurosamente controladas desde una edad temprana.
Niños esclavos
El proceso comienza cuando los niños norcoreanos, destacados por su habilidad en matemáticas y ciencias, son seleccionados para recibir una educación especializada en las escuelas más prestigiosas del país.
Este riguroso entrenamiento tiene un único propósito: alimentar el programa nuclear de Corea del Norte. Según explica Collins en su más reciente libro, en donde ha recogido diversos testimonios, una vez que muestran aptitudes destacadas, su destino está sellado y se espera que dediquen sus vidas al servicio del régimen.
Join us on Friday, May 17th, 3-5 p.m. ET, for the launch of HRNK’s new report "Slaves to the Bomb: The Role & Fate of North Korea's Nuclear Scientists" by Robert Collins. The event is in person at DACOR Bacon House (1801 F St NW, DC). RSVP here: https://t.co/dAhSV9LcWR pic.twitter.com/cAu8zeI0Y8
— HRNK (@committeehrnk) May 8, 2024
Lo que sigue es un camino predestinado, donde sus matrimonios, sus trabajos e incluso sus lugares de residencia están dictados por el gobierno.
Aunque algunos pueden tener la oportunidad de estudiar en el extranjero, esta supuesta ventaja viene con una severa vigilancia y control por parte de las autoridades norcoreanas, quienes castigan cualquier signo de disidencia o descontento.
Presionados y vigilados
El informe de Collins arroja luz sobre la cruda realidad que enfrentan estos científicos nucleares, quienes viven en un constante estado de presión y vigilancia. A pesar de la importancia estratégica que su trabajo tiene para el régimen de Kim Jong Un, estos individuos parecen ser sacrificados en un tablero geopolítico de alto riesgo, donde sus vidas están subordinadas a los intereses del estado.
El impacto psicológico y emocional de esta situación es innegable, y las duras condiciones en las que viven estos científicos dan testimonio de ello.
Aunque la imagen internacional de Corea del Norte pueda pintar un cuadro de poderío y control, la realidad cotidiana de aquellos que sirven en el corazón de su programa nuclear es una historia mucho más sombría y desgarradora.