El "wardrobing", una tendencia que consiste en comprar ropa, usarla una vez sin quitarle las etiquetas y luego devolverla, está causando estragos en las tiendas minoristas de Estados Unidos.
Este tipo de fraude ha llevado a que las pérdidas económicas se disparen en los últimos años, alcanzando cifras alarmantes. Según la National Retail Federation, las devoluciones totales en la industria textil llegaron a U$D 743.000 millones en 2023, con un porcentaje de devoluciones que supera el 14%.
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El impacto millonario del wardrobing en las ventas online
El problema se agrava en las compras por internet, donde la tasa de devolución sube al 17%. Por cada U$D 1.000 millones en ventas, los minoristas enfrentan devoluciones por valor de U$D 145 millones. Esto genera un reto para las tiendas, que deben procesar las prendas devueltas antes de que pierdan su valor, sobre todo cuando se trata de artículos de temporada.
Los jóvenes, principales protagonistas del wardrobing
De acuerdo con la firma de software Optoro, este fenómeno se da principalmente en personas jóvenes, entre 18 y 29 años. Durante temporadas como el verano, es común que adquieran prendas de lujo con la intención de devolverlas tras su uso. En un estudio realizado en noviembre de 2023, 3 de cada 10 consumidores admitieron haber comprado ropa para un evento específico, devolviéndola después de utilizarla.
Ante este desafío, cada vez más minoristas están implementando medidas para reducir las pérdidas. Algunas tiendas han acortado los plazos para devolver productos, eliminado las devoluciones gratuitas y, en casos de compras online, exigen que el cliente se acerque a una tienda física para evaluar el artículo en persona antes de autorizar el reembolso.
Una práctica que no pasa desapercibida para los minoristas
Aunque parezca inofensivo, el wardrobing está costando millones a las tiendas, no solo en pérdidas directas, sino en el tiempo y recursos invertidos para manejar los productos devueltos. Las prendas deben ser inspeccionadas, procesadas y puestas de nuevo en venta lo más rápido posible, lo que en ocasiones obliga a rebajarlas o enviarlas a tiendas de descuento, afectando aún más los ingresos de las empresas.
El wardrobing también genera un dilema ético y logístico para los minoristas, que se ven en la difícil tarea de diferenciar entre los clientes legítimos y aquellos que buscan aprovecharse de las políticas de devolución. Sin embargo, a medida que este fraude sigue en aumento, las tiendas están endureciendo sus medidas para protegerse de las crecientes pérdidas económicas.
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