Antes de convertirse en el sitio de la Academia del Sagrado Corazón, el terreno en la avenida Florida 3515 albergaba el Cementerio de Santa María. Fundado en 1896, este lugar conocido también como Cementerio Católico, sirvió como lugar de descanso final para residentes blancos, latinos y afroamericanos.
Aunque algunas tumbas fueron trasladadas en la década de 1920 para dar paso a la escuela, dos mausoleos permanecen en la propiedad, pertenecientes a las familias Arguelles y Ficarrotta-Ferlita. Sin embargo, podrían haber quedado más de 700 tumbas sin mover.
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El legado del Cementerio de Santa María
En 1925, la Iglesia Católica del Sagrado Corazón decidió cerrar el cementerio para hacer espacio a la Academia, con la intención de trasladar las tumbas a otros cementerios, principalmente a Myrtle Hill. Sin embargo, no todas las tumbas fueron movidas. Dos túmulos familiares, que eran demasiado costosos para reubicarse, permanecen en el terreno como un recordatorio visible de la historia del lugar.
Aileen Henderson, fundadora de The Cemetery Society, ha dedicado los últimos años a investigar estos entierros perdidos, pues su bisabuela enterró a dos bebés en el Cementerio de Santa María y sus tumbas no han sido localizadas. Aunque la Diócesis de San Petersburgo asegura que los restos fueron trasladados por encargados privados, ella sigue escéptica y exige una investigación con radar exhaustivo para descubrir la verdad.
El impacto en el desarrollo futuro
El sitio, que tiene un valor de mercado de U$D 5.8 millones, no puede ser desarrollado hasta que se aclare la situación de las posibles tumbas no movidas. Este caso es parte de un problema mayor en Tampa Bay, donde varios camposantos han sido olvidados o destruidos con el tiempo.
Desde 2019, se han descubierto seis sitios con tumbas borradas en la región, y otros cinco han sido identificados como posibles cementerios no reconocidos. Al igual que el Cementerio de Santa María, estos han sido víctimas del desarrollo urbano y la falta de supervisión adecuada en el pasado. Para Henderson y otros defensores del patrimonio, el objetivo no es solo preservar la historia, sino también asegurar que los restos de los fallecidos reciban el respeto y la dignidad que merecen, subrayando la necesidad de una mayor protección y reconocimiento de los cementerios históricos.