Las políticas antimigratorias son uno de los principales estandartes de la administración de Donald Trump, quien llegó a la Casa Blanca prometiendo realizar la mayor deportación masiva de la historia. Así, desde el inicio de su mandato, ha intensificado las medidas de persecución y detención de inmigrantes a lo largo y ancho del país.
Muchas de las medidas que ha tomado son polémicas, principalmente porque busca revivir regulaciones originalmente pensadas para contextos de conflicto y guerras, escenario muy alejado de la realidad actual. En ese sentido, una de las leyes que está en los planes de Trump es aquella conocida como Ley de Insurrección, emitida por primera vez en 1807.
De acuerdo a CNN y Newsweek, la administración estaría estudiando, a través de sus Departamentos de Defensa y de Seguridad Nacional, la posibilidad de invocar la ley como parte de sus políticas para controlar la inmigración. Esta medida proporciona al presidente un amplio margen de actuación para poder desplegar tropas militares que realicen tareas originalmente asignadas a la policía nacional. De hecho, ya ha desplegado, con anterioridad, varias tropas en la frontera sur de Estados Unidos.
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¿Qué implica la Ley de Insurrección?
La Ley de Insurrección faculta al presidente a utilizar las fuerzas armadas para reforzar el cumplimiento de la ley doméstica. Por ejemplo, las tropas podrían estar en capacidad de disolver disturbios y hacer cumplir fallos judiciales, e incluso arrestar y trasladar personas. También posibilita poder desplegar la Guardia Nacional para cumplir estas funciones, pese a que este cuerpo está reservado solo para contextos de desastres naturales.
De ponerse en vigor esta ley, Trump estaría en capacidad de ordenar que las tropas militares puedan detener a los inmigrantes.
La Ley de Insurrección se ha invocado pocas veces en la historia de Estados Unidos
El conjunto de la norma es un amplio paquete legal que reúne regulaciones emitidas por el Congreso entre 1792 y 1871. Precisamente porque está pensada para contextos de conflicto y rebelión, ha sido invocada pocas veces en la vida republicana de Estados Unidos. La primera fue durante la guerra de Secesión (1861-1865) cuando Abraham Lincoln la utilizó para controlar la rebelión de los estados del sur. Otra ocasión fue cuando Ulysses Grant la invocó, años después, para contrarrestar la violencia del grupo extremista Klu Klux Klan.
Durante el siglo XX, fue utilizada por el presidente Dwight Eisenhower para escoltar estudiantes afroamericanos, y en 1992 por George H. W. Bush para sofocar disturbios en Los Ángeles, con un importante saldo de muertos y heridos. Por el amplio margen de facultades e interpretaciones que permite esta ley, su consideración causa preocupación entre demócratas y defensores de los derechos humanos.