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Una nueva variante de COVID-19, identificada como NB.1.8.1, ha comenzado a ganar atención en Estados Unidos tras su asociación con un incremento de casos en China y su reciente detección en aeropuertos del país. Expertos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) confirmaron que los primeros registros datan de finales de marzo y principios de abril, aunque aún no figura en el tablero oficial de variantes debido al bajo volumen de secuencias.
A pesar de su propagación limitada por el momento, científicos y epidemiólogos expresan preocupación por el potencial de transmisión de NB.1.8.1. Subhash Verma, profesor en la Universidad de Nevada, explicó a CBS News que esta variante “es más transmisible”, aunque los síntomas que genera son similares a los de cepas anteriores.
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Síntomas, transmisibilidad y medidas que podrían afectar a millones
Según especialistas, NB.1.8.1 provoca síntomas como tos, dolor de garganta, fiebre y fatiga. Amy Edwards, de la Universidad Case Western Reserve, señaló que la variante parece adherirse más eficientemente a las células humanas, lo cual facilitaría su propagación. Sin embargo, destacó que “no parece ser más grave” y que el aumento de hospitalizaciones en lugares como Hong Kong se debe más bien a patrones estacionales.
La respuesta oficial incluye nuevas políticas sobre vacunas. La FDA anunció que exigirá ensayos clínicos adicionales antes de aprobar refuerzos para la población general. Esta medida podría retrasar el acceso a nuevas dosis, especialmente entre personas sin condiciones médicas preexistentes. “Más de 100 millones de estadounidenses podrían verse afectados por estas limitaciones”, advirtió Verma.
Edwards también expresó dudas sobre la claridad de las directrices sanitarias actuales: “No está claro qué variantes cubrirán las vacunas ni cómo se definirán las condiciones médicas elegibles”. La incertidumbre genera inquietud sobre la preparación frente a una posible expansión de NB.1.8.1 en los próximos meses.