En medio del auge del ayuno intermitente como una herramienta popular para perder peso, es esencial comprender los procesos profundos que este desencadena en el cuerpo humano. Más allá de las tendencias y modas pasajeras, el ayuno intermitente abre la puerta a una serie de beneficios que van más allá de la simple pérdida de peso, aclara la investigadora de la Universidad de Queen Mary, Claudia Langenberg.
Una reciente investigación realizada por el Instituto Universitario de Investigación Precision Healthcare (PHURI) de la Universidad Queen Mary de Londres, en la que Langenberg es coautora, ha proporcionado una nueva perspectiva sobre los efectos del ayuno. Los resultados muestran que el organismo experimenta notables y consistentes transformaciones en varios órganos durante ayunos prolongados.
¿Cómo funciona?
Cuando se habla de ayuno intermitente, es importante destacar que no todos los individuos están igualmente preparados o tienen las condiciones físicas adecuadas para llevar a cabo esta práctica de manera segura y efectiva. Por ello, es fundamental buscar la orientación de un profesional de la salud antes de embarcarse en un régimen de ayuno prolongado, especialmente aquellos que implican periodos de 12 a 16 horas sin consumir alimentos.
Una vez iniciado el proceso de ayuno, generalmente después de 12 horas sin ingesta de alimentos, el cuerpo humano comienza a experimentar una serie de cambios metabólicos significativos.
Uno de los procesos más destacados es la activación de la autofagia celular, un mecanismo natural de regeneración celular que se activa durante el ayuno y que puede reducir la incidencia de ciertas enfermedades.
La autofagia no solo contribuye a combatir el envejecimiento celular, sino que también ayuda a eliminar sustancias tóxicas del cuerpo y estimula la actividad del ADN, promoviendo así la salud celular en general.
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Otros beneficios para la salud
Además, el ayuno intermitente tiene el potencial de controlar la tensión emocional y mejorar la capacidad cognitiva, educando al cuerpo para utilizar la grasa como fuente de energía en ausencia de alimentos. Este cambio en el metabolismo puede tener implicaciones positivas para la pérdida de peso y el mantenimiento de la salud cardiovascular.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el ayuno prolongado, más allá de las 16 horas, puede presentar desafíos adicionales para el cuerpo humano. Después de un período prolongado de ayuno, es fundamental mantener una hidratación adecuada y considerar la suplementación de electrolitos, como sodio, magnesio y potasio, para prevenir síntomas de fatiga, mareos y malestar.
A pesar de estos desafíos, el ayuno intermitente ofrece una serie de ventajas notables para la salud. Entre ellas se incluyen la fortaleza de la microbiota intestinal, la regulación de los niveles de presión sanguínea, la reducción del estrés oxidativo y la mejora de la sensibilidad a la insulina.
Finalmente, la duración óptima del ayuno intermitente puede variar según las necesidades individuales y la tolerancia personal. Se sugiere un ayuno de 12 a 16 horas para la mayoría de las personas, ya que este periodo permite que se produzcan los cambios metabólicos beneficiosos asociados con el ayuno sin presentar riesgos significativos para la salud.
Sin embargo, es importante recordar que el ayuno intermitente no es adecuado para todos, y consultar con un profesional de la salud es fundamental antes de comenzar cualquier régimen de ayuno prolongado.